






Sara se desperto con el sol brillando a traves de las cortinas de su habitacion. Se estiro perezosamente luciendo un pequeno pantalon y camiseta rosa como pijama. Era una manana calida de finales de verano, en una epoca en la que aun vivia en casa de sus padres aunque ya era mayor de edad, y un presentimiento emocionante la recorria. Se incorporo en la cama, dejando que sus largos rizos negros cayeran sobre sus hombros desnudos. Penso con tristeza en su hermano, Cesar, que pronto se independizaria. Por otro lado, La idea de tener su propia habitacion, la mas grande de la casa, la llenaba de anticipacion y en cierta forma compensaba esa partida.
Tras desayunar, decidio aprovechar el dia para tomar medidas de la habitacion de Cesar y planificar como la decoraria. Con un metro en una mano y un cuaderno y lapiz en la otra, entro en la habitacion contigua a la suya.
—Oye, hermanita, !que haces aqui! —La voz profunda de Cesar la sorprendio, y se dio cuenta de que estaba sentado frente al ordenador, con una expresion de sorpresa y diversion en su rostro.
—!Cesar, estas...! —Sara se detuvo en seco al ver lo que estaba haciendo su hermano. En su mano derecha sujetaba su pene erecto. Se estaba masturbando, y no parecia tener ningun reparo en que ella lo viera.
—¿Te molesta? —pregunto Cesar con una sonrisa picara, sin apartar la mano de su miembro erecto—. Seguro que no es la primera vez que ves a un hombre haciendo esto.
—!Guarro!!Eres mi hermano! —grito Sara, sintiendo un calor extrano en su cuerpo al ver la descarada exhibicion.
Cesar se levanto de un salto, aun con la mano en su miembro, y se acerco a ella con una sonrisa traviesa.
—¿Guarro? —repitio, riendo—. ¿Y que hay de ti, espiandome asi? ¿no seras tu la guarra?
Antes de que Sara pudiera responder, Cesar la abrazo por la cintura y la levanto del suelo en un movimiento jugueton tapandola la boca con una mano para que no gritara.
—!Sueltame, idiota! —protesto Sara, sintiendo el cuerpo de su hermano contra el suyo y notando su ereccion—. !No me roces con eso!
En ese momento, la puerta se abrio de golpe y aparecio su padre, Paco, en el umbral.
—¿Que pasa aqui, chicos? —pregunto, mirandolos con una ceja levantada—. No os estareis peleando ¿verdad?
Cesar, aun sosteniendo a Sara en sus brazos, miro a su padre con una sonrisa traviesa.
—No, que va... —dijo avergonzado.
Sara abrio la boca para protestar, pero Paco la interrumpio.
—!Bueno, bueno! —exclamo, riendo—. No sabia que estuvierais tan... unidos. Pero si vais a hacer algo, yo tambien quiero participar.
Antes de que Sara pudiera explicar el malentendido, Cesar solto una carcajada y la dio un par de vueltas en brazos.
—!Se lo voy a decir a mama! —protesto Sara.
—Se ha ido con las amigas y no volvera hasta la noche —anuncio Paco con una sonrisa siniestra en los labios.
Paco se acerco a ellos con una sonrisa lasciva en el rostro.
—Bueno, hija, parece que tu hermano y yo tenemos algo en comun —dijo, deslizando una mano por su espalda.
Sara sintio las manos de su padre y su hermano recorriendo su cuerpo, y un calor intenso la invadio.
—!Que haceis! !Parad! —protesto.
Cesar abrazo a Sara por detras, inmovilizandola mientras la cogia por la cintura. Ella podia sentir, a traves de la fina tela de su pantalon de pijama, la dura ereccion de su hermano contra su trasero.
—Vamos, hermanita —susurro Cesar en su oido—. Deseas esto tanto como yo.
La joven pataleo y su padre, con la ayuda del hermano, la tiraron de lado contra la cama de este. Ella seguia forcejeando y Paco le intento sujetar las manos mientras que Cesar hacia lo propio desde atras. Sara sintio como su hermano le tocaba sus pequenos pero hermosos pechos por encima de la camiseta del pijama. Al no llevar sujetador, el roce era intenso. Por sorpresa, su padre le bajo el pantalon corto, tirando a la vez de sus braguitas. Esta vez si sintio el caliente y duro pene de su hermano contra sus nalgas.
Grito.
—¿Estas bien? —pregunto preocupado Paco levantando una mano para que su hijo parara.
—Si, vosotros no pareis —respondio Sara excitada, sorprendiendolos, con una mirada lujuriosa mientras que le acariciaba el paquete por encima del pantalon a su padre.
Aclarado todo, los dos hombres se soltaron por completo. La chica se resistia, pero todos sabian que era parte del juego.
Cesar, tumbado de lado, restregaba sin tapujos su pene contra su culito mientras que Paco le acariciaba los pechos por encima de la ropa.
Entre los dos terminaron de desnudarla y ambos comenzaron a chuparle con pasion un pecho cada uno. Sara tenia la respiracion entrecortada y les acariciaba las cabezas.
Sara se dejo llevar por el momento, sintiendo como su cuerpo respondia a las caricias de su hermano y su padre.
—Oh, papa... —gimio, mientras Paco bajaba su mano hasta su entrepierna y la acariciaba con suavidad.
Cesar se separo de ella y la miro con deseo ardiente en los ojos. La tumbo en la cama y se coloco encima de ella, besandola con pasion. Sara respondio a su beso, sintiendo su lengua explorar su boca mientras sus manos vagaban por su cuerpo delgado y esbelto.
—Oh, Dios, Sara... —gimio Cesar, bajando sus besos por su cuello y su pecho—. Eres tan caliente, hermanita.
Paco se sento en el borde de la cama, observando la escena con una sonrisa lasciva en el rostro.
—Vamos, hijo —dijo, riendo—. Me toca a mi.
Cesar se aparto de Sara y la miro con una sonrisa traviesa.
—Esta bien, papa —dijo, apartandose para dejar espacio a su padre—. Pero yo tambien quiero ¿eh?
Paco se acerco a Sara y la beso con pasion aplastandola con su cuerpo. Su hija se retorcio debajo de el, sintiendo el placer intenso.
—Oh, papa... —gimio, mientras Paco bajaba su boca hasta sus pechos y tomaba un pezon endurecido en su boca—. Ahi, si...
Su hermano contemplaba la escena masturbandose.
—Quiero sentirte dentro de mi, papa —susurro a Paco, mientras el la acariciaba con suavidad—. Por favor...
—Aun no...
El hombre se echo a un lado, y pronto Sara tuvo a su padre y a su hermano, cada uno succionandole un pezon mientras que le acariciaban todo el cuerpo. Pronto sintio una mano sobre su sexo. No sabia de quien era, pero le estaba proporcionando un intenso placer. Cerro los ojos y elevo un poco la cadera gimiendo con lujuria.
—Demuestranos lo guarra que tu tambien eres —la reto su hermano.
Ella sonrio y se puso a cuatro patas en la cama. La vision de aquel cuerpo perfecto hizo que Cesar se masturbara rapido. Sara se acerco al borde de la cama, y pronto los dos hombres averiguaron sus intenciones. Acercaron sus penes erectos, que ella sujeto habilmente con las manos. Comenzo a masturbarlos a la vez rapidamente, para luego meterse el pene de su padre en la boca. Lo mamo con rapidez con un sonido acuso. Nada mas sacarselo de la boca, se introdujo el de su hermano repitiendo la operacion.
—Oh hermanita, !me encanta! !eres la mejor!
Ella le respondio masajeandole los testiculos sin dejar de hacerle la felacion.
—Joder, no aguanto mas. —Paco la miro con deseo en los ojos y se posiciono encima de ella, provocando que acabara tumbada bocarriba.
—Si papa, follame.
A Paco no le costo nada penetrarla. Su pene entro con mucha facilidad en el lubricado cono de su hija. La fue penetrando lentamente mientras ella gemia de placer.
—Oh, papa... —gimio, sintiendo el miembro de su padre llenarla.
El placer se intensifico a medida que Paco aumentaba el ritmo, penetrando a su hija con fuerza y pasion. Sara gimio y se retorcio debajo de el, sintiendo como se acercaba al borde del abismo.
Apenas pudo decir nada mas porque su hermano le coloco el prepucio encima de los labios. Ella sonrio, y comenzo a mamarlo.
—Oh, papa, me voy a correr... —gimio, sintiendo su cuerpo tensarse—. No pares...
Paco gimio de placer y aumento el ritmo, haciendo que Sara se retorciera debajo de el.
—Si, carino, correte para papa —susurro, penetrando con mas fuerza—. Vamos, mi nina...
Sara grito de placer cuando el orgasmo la inundo, sintiendo su cuerpo temblar de placer. Paco gimio y se corrio dentro de ella, llenandola con su esencia.
—Oh, papa, eso fue increible —susurro Sara, sintiendo su cuerpo temblar.
Cesar, que habia estado observando con deseo, se acerco a ella y la beso con pasion.
—Ahora es mi turno, hermanita —dijo con voz ronca.
Sara se dejo llevar por el deseo y se posiciono encima de Cesar, bajando lentamente hasta sentir su miembro erecto dentro de ella.
—Oh, Cesar... —gimio, sintiendo el falo de su hermano.
Cesar la miro con deseo ardiente en los ojos y la penetro con fuerza y rapidez, haciendo que Sara gimiera y se retorciera encima de el. La cama emitia quejidos por la presion a la que estaba siendo sometida.
—Oh, Dios, hermanita... —gimio Cesar, agarrando sus caderas y moviendola con fuerza.
Sara cerro los ojos, en extasis, sintiendo el placer intenso que le proporcionaba su hermano. Paco, mientras tanto, se sento en una silla cerca de la cama y se masturbaba mientras observaba la escena.
—Oh, Dios, Cesar... —gimio Sara, sintiendo como su hermano la penetraba con fuerza y pasion—. No puedo... me voy a correr de nuevo...
Cesar aumento el ritmo, haciendo que Sara se retorciera encima de el.
—Si, hermanita, correte conmigo —susurro con la respiracion entrecortada.
El la hacia subir y bajar la cadera a toda velocidad. Sara emitio un gemido prolongado, y aquello fue el desencadenante para que su hermano se corriera. La chica pudo sentir potentes chorros de semen ardiente recorriendo su interior. No penso en aquello en aquel momento, pero estaba tranquila porque tomaba pildoras anticonceptivas.
Agotada, Sara dejo caer su cuerpo sobre el de su hermano. Abrio unos segundos los ojos, y una sobra se acerco. De repente, el pene de su padre estaba apuntandola a la cara.
—!Oh si! —gimio el cuando se corrio por segunda vez.
Un pequeno chorro de semen claro y varias gotitas le cayeron en la cara a la chica.
—Que rica la lechita de papa —dijo mientras que se limpiaba con la mano y se llevaba los restos a la boca.
Pasados unos minutos de descanso, Cesar se levanto y le dio un tierno y breve beso en los labios.
—Te voy a echar de menos hermanita, aunque me quedo con el recuerdo de este regalo de despedida.
—No te preocupes, que ya ire a visitarte a tu nueva casa. !Gracias por el cuarto!
Aquella promesa tendria unas connotaciones que ninguno de los dos podian imaginarse en aquel momento.

















