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27 Jul 2025Views 525Enfadado con mi madre, hicimos las paces follando Tras fallecer mi padre,mi madre tuvo pareja muy pronto y yo no se lo perdone. Cuando pasados un par de anos coincidimos en la casa de la playa, pudimos hablar y reencontrarnos hasta tal punto que acabamos follando y disfrutando del sexo como nunca.


Me reconcilie con mi madre, follandomela en verano.

Volver a Denia despues de tanto tiempo tenia algo de irreal. El calor del Mediterraneo era el mismo, pero el aire me parecia mas denso, como si la casa arrastrara todavia el eco de mi padre.

Llevaba algo dos anos trabajando en Londres y estaba deseando volver a Espana. Desde que mi madre llevo a vivir a mi casa a una nueva pareja, apenas un ano despues del entierro de mi padre, no habia vuelto.

Nos dimos un medido abrazo, que no podria catalogarse exactamente de amor maternal. Hacia casi dos anos que no la habia visto pero a sus cincuenta y seis anos seguia siendo una mujer esplendida, muy alta cuando se subia en tacones y en una forma envidiable gracias a sus horas de ejercicio. Su cabello largo, rubio, liso, envolvia una cara muy bien conservada. Sus azules ojos miraban de frente sin timidez. Recorde los veranos en los que mis amigos me decian lo buena que estaba mi madre, un pibon de mujer para unos chicos de veinte anos.

— !Estas estupendo! —me recibio carinosa.

—La que esta increible eres tu, le pareces a mi hermana — Martita tenia 22 anos, mi hermanita pequena a la que queria mucho.

La casa seguia igual: las macetas en la terraza, el toldo descolorido, la mesa redonda del porche. Pero dentro, todo habia cambiado. Ya no estaba la risa grave de mi padre resonando por el pasillo, ni las bromas que el hacia, como si todo fuera siempre una fiesta.

Habia fallecido hacia mas de dos anos. Un infarto mientras conducia que afortunadamente no causo ninguna victima y evito el drama de una enfermedad larga o de estancias en hospitales. Se fue como vivio: sin hacer ruido, sin pedir nada.

Yo ya vivia fuera de Espana y no estuve presente en los primeros meses de su ausencia para mi madre la principal afectada. Mi situacion en Londres fue la razon de que no viera el cambio de mi madre y como a los ocho meses de ser viuda comenzo a salir con un senor que poco despues de un ano del fallecimiento de mi padre, ya se instalo en mi casa. Cuando me entere, me enfade con ella y no volvi a regresar a Madrid, ni a Denia en verano. No podria soportar verla con otro hombre en mi propia casa.

Aunque me senti traicionado, la verdad es que nunca deje de quererla. Afortunadamente para mi, egoistamente hablando, esa relacion le duro solo un ano. Me lo dijo la primera noche, mientras cenabamos y nos poniamos al dia de nuestras respectivas vidas sentados en la terraza con una copa de vino.

—Siento mucho haberte defraudado, se lo que querias a tu padre.

—Y tu tambien lo querias. Por eso me resulto tan chocante que apareciera ese tio cuando crei que la familia estabamos de luto.

—La familia estaba de luto, pero tu hacias tu vida en Londres y Martita no dejo de salir ni un fin de semana. Cada uno lo hemos echado de menos a nuestra manera.

Comprendi que era egoista pero no podia evitarlo.

—Bueno mama, me alegro de haber venido y pasar unos dias contigo. ¿Como estas?

—A Lucas lo he olvidado rapidamente. Pero al volver a quedarme sola, me ha entrado un cargo de conciencia que no habia sentido antes. Seguramente estaba obnubilada.

Yo asenti sin decir nada. A veces el silencio es el unico consuelo verdadero. Tras ponerla al dia de mis actividades en Londres, le confese que echaba de menos tantos veranos que habia pasado en esa casa.

—Martita esta en Boston y no vendra hasta agosto, a ver si puedes volver tu tambien. Y ahora, cuentame, ¿has dejado algun ligue en Londres?

—No hay nadie que me espere. Y tu, ¿sales ahora con alguien? Te aseguro que no pretendo reivindicar mas a mi padre, ya ha pasado tiempo. Puedes actuar como quieras.

—Quiero estar un tiempo sin nadie. Salgo con mis amigas, conocemos algunos senores. Y nada mas.

Cuando la vi salir arreglada para reunirse con sus amigas, con un vestido de verano ajustado, los labios pintados y unas gotas de perfume en el cuello, no pude reprimirme.

—Vas muy guapa. No me extrana que te salgan novios.

—Ya sabes que en esta playa todas las senoras se visten como si fueran de fiesta.

—Pero ninguna tiene tu clase —respondi, sincero.

Ella sonrio agradecida.

—Me alegro mucho de que estes aqui. ¿Has quedado con alguien?

—Si, he llamado a los amigos de entonces —menti.

La verdad es que no habia quedado con nadie. Me apetecia pasear, sabia los sitios por los que podria encontrarlos. Desde que me fui a Inglaterra, no habia vuelto. Fui al puerto, tome una cerveza en la barra en un garito con musica en directo. Habia cambiado el ambiente, gente que no era de alli, turistas con poco estilo. No conocia a casi nadie ya. Un camarero me dijo que la gente que iba por alli, ahora solia ir a La Noite, fuera del puerto.

Fui alli y encontre a Paquito y a Loren, a los que hacia tanto que no veia y que se alegraron un monton de verme. Me uni a su grupo donde habia una chica, Luisa, que me miro con ojitos de bienvenida. Yo me sentia fenomenal, desinhibido, como si no hubiera estado ausente tanto tiempo.

Entonces la vi. Bailaba en medio de la pista, con dos amigas mas o menos de su edad, riendo como una adolescente. Llevaba el vestido que yo le habia visto ponerse dos horas antes, pero ahora le brillaban los ojos. A su alrededor, un par de hombres, uno mas joven, el otro de barba canosa, se movian con esa risa insistente del que quiere gustar. Uno le dijo algo al oido y ella le respondio con una risa que no supe si era coqueta o burlona.

Me aleje un poco de la pista. Desde un lateral de la barra, segui observando un rato. Sus amigas tambien se lo pasaban bien. No vi incomodidad en ella, ni tampoco determinacion por rechazar. Y en mi, algo se movio. Sin dejar de sentir una ternura profunda, sufri un ataque de celos. Me fascinaba verla asi, divertida, atractiva, seductora pero a la vez me dolia.

Decidi irme sin que me viera. Esa noche era suya. Por primera vez entendi que ella tenia todo el derecho del mundo a gestionar su vida. Tenia derecho a salir y pasarlo bien. Y desde luego no le faltarian pretendientes.

Llegue a casa sin sueno. El calor no ayudaba a conciliarlo. Sali a la terraza con un libro en la mano. Encendi la luz y me sente en el sillon que mi padre llamaba el sillon del patriarca. Ahora yo era su heredero.

Escuchaba los grillos, el murmullo de musica lejana. Habia algo regenerador en estar ahi, recuperando mi pasado familiar. Incapaz de concentrarme en el libro que tenia en las manos, recupere los recuerdos de las fantasias de juventud de mi grupo de amigos de verano cuando venian a casa y veian a mi madre. Cosas de jovenes que mi mente mucho mas adulta ahora, revivia.

Sobre las dos de la manana, la puerta se abrio suavemente, como si no quisiera hacer ruido. Entro con sus zapatos en la mano. El vestido parecia que aun se movia al ritmo de la noche.

—¿No tienes sueno? —dijo, con una sonrisa en los labios al verme.

—No, hace calor —respondi tratando de parecer ajeno a ella.

—Me quedare un rato contigo. ¿Te apetece un vino? —pregunto mientras se acercaba a la cocina.

—De acuerdo.

Volvio con dos copas de vino blanco frio y se sento a mi lado, cruzando las piernas. Nos miramos como si no fueramos los mismos de esa manana.

—¿Lo has pasado bien? —me pregunto.

—Si —dije con un suspiro largo, hondo—. He estado con Paquito y Loren en la Noite.

Bebio un trago y apoyo la cabeza en el respaldo.

—¿Has estado alli?

—Si. Te vi. No quise interrumpir.

Ella me miro con ternura.

—No lo habrias hecho, solo bailaba. Espero que no lo vieras mal, no quiero que nos distanciemos nunca mas, eres parte de mi vida.

—No me ha molestado, solo que...estaban mis amigos. Para ellos eras un sex simbol y no quise que gastaran bromas. Afortunadamente ellos no te vieron o... no te reconocieron.

—No pretendo esconderme de nadie. Mis amigas y yo solo coqueteabamos un poco. No paso nada, no te preocupes —me miro divertida, feliz de tenerme alli.

—Realmente estabas radiante —Y seguia estandolo, con sus ojos brillantes y no por el vino.

—Me alegro mucho de poder hablar contigo como adultos. Debe ser ese sillon —rio recordando a mi padre— que aporta madurez.

Chocamos las copas. Me dio un abrazo enorme, en intensidad y en duracion. Mi polla se puso en tiempo de saludo y ella lo noto. Me miro de nuevo sorprendida y en su mirada entendi que la persona frente a mi no era solo mi madre. Era una mujer viva, buscando reconstruirse a pesar de sus errores y yo, decidi en ese momento ser parte de esa reconstruccion.

Me dio la mano sonriendo y nos quedamos alli, en la terraza, en silencio, viendo como la noche empezaba a redimirnos del pasado. Pasado unos minutos de paz con nosotros mismos, nos retiramos a dormir. Concilie el sueno mientras repasaba la conversacion en la terraza que me habia parecido tan excitante.

Me levante temprano, con la vaga resaca del vino y la certeza de que algo habia cambiado la noche anterior. Cuando sali a la cocina, ella ya estaba alli, descalza, con el pelo recogido de cualquier manera y una camisa blanca amplia que le daba un aire despreocupado, casi juvenil.

—Buenos dias, carino —dijo sin girarse del todo—. ¿Te apetece hacer hoy algo juntos?

—!Claro! Tenemos que recuperar los anos perdidos.

—¿Sacamos el barco? Puedo preparar algo de comer y fondear en alguna cala...

La idea me atrajo enseguida. Una pequena aventura veraniega, compartida solo por nosotros dos.

—!Perfecto! ¿Vamos a Portichol? —exclame alegre.

—Prepara tu las bebidas. Y coge fruta.

A las once, salimos caminando rumbo al puerto. Ella llevaba un vestido vaporoso, un sombrero de ala ancha y una cesta de mimbre con el picnic. Yo, a su lado, llevaba una neverita portatil, mirando de reojo como el vestido se le pegaba al cuerpo por culpa del calor. Encontre el barco en perfecto estado.

—¿Lo has sacado ya este verano?

—No, pero le pedi a Perico que lo pusiera a punto.

!Perico! El viejo marinero del puerto. Me apetecia saludarlo. Soltamos amarras y salimos con el sol ya alto en el cielo, las playas aun medio dormidas de banistas. Fuera del puerto, se quito el vestido y aparecio bajo el un bikini azul marino. No era muy llamativo, pero su cuerpo si lo era. Con curvas que hablaban de una madurez esplendida. Se notaba que seguia cuidandose y mostraba un bronceado natural.

Yo me quite la camiseta y senti su mirada fugaz, escurridiza, por encima de las gafas de sol.

—¿Te acuerdas las excursiones que haciamos? —dijo, sentandose en proa con las piernas estiradas, dejando que el sol le acariciara el vientre.

—Si. Pero nunca lo habiamos hecho solos, siempre estaba lleno el barco.

Ella sonrio.

—No echo de menos a nadie ahora. Tengo a mi lado a mi hijo prodigo.

Nos quedamos en silencio, un silencio que se lleno de oleaje y de miradas.

Anclamos frente a una cala donde solo se oia el rugir suave del agua contra las rocas. Extendimos una toalla en cubierta y saque dos cervezas de mi neverita, a la sombra del toldo. Nos reiamos, la conversacion fue virando sin que nos dieramos cuenta. De sus anos de matrimonio y familia, a la viudedad y sentirse sola, a los vacios y a la aparicion de un senor que le transformo y le hizo sentir algo tan diferente...

—Es curioso este verano —dijo dando un trago a la cerveza y mirando al horizonte—. Me siento viva y culpable a la vez.

—Ego te absolvo a peccatis tuis —le dije—. En el nombre de mi padre, y de tu hijo y.... !de la madre que te pario! !Eres libre!.

Me miro durante unos segundos como si necesitara asegurarse de que no me estaba burlando. Y luego sonrio y se inclino ante mi para darme un abrazo tan apretado que sus pechos se aplastaron contra mi pecho y volvieron a despertar a mi polla dormida por los calidos rayos de sol.

Se separo para mirarme con una sonrisa, pero diferente, consciente, peligrosa.

—Parece que reaccionas rapido a las caricias.

—Lo siento... —hice una pausa—. Despues de los anos sin vernos, mi cuerpo sufre una ligera confusion entre verte como madre y como mujer—dije riendome.

El sol comenzaba a marcarle los hombros. Una brisa suave nos envolvia.

—!Que morro tienes! Pero no puedo sentirme incomoda. Hasta me halaga. Supongo que es un sintoma de la juventud —dijo.

—Hace tiempo que no he salido con una mujer, puede que tenga el sindrome de la abstinencia. Menos mal que eres una tentacion imposible.

Volvio a apoyarse en la toalla, girando apenas el cuerpo hacia mi. No nos volvimos a tocar. Pero el ambiente que vino despues ya no era el mismo. Pasados unos minutos, se incorporo y se quito el sombrero.

—¿Nos damos un bano?

Salto al agua con elegancia, sin grandes salpicaduras. Cuando emergio, se sacudio el pelo hacia atras y sonrio, mostrando una imagen con los ojos vivos como no se los recordaba nunca.

Iba a nadar a una piscina en Madrid y se le notaba el estilo al bracear. Me lance tras ella. El agua estaba fria pero agradable. Nade un poco a su lado, alrededor del barco. En un momento dado, nadamos paralelos, muy cerca. Nuestras manos casi se rozaban bajo el agua. Ella se giro hacia mi, flotando, con la cabeza hacia atras.

—En el agua me siento otra.

—Debe ser tu alma de sirena.

—¿Has leido La Vieja Sirena? Es de Jose Luis Sampedro.

—No. ¿De que va?

—Una sirena inmortal que renuncia a su inmortalidad a cambio del amor de un hombre. Leelo. Te va a encantar.

—¿Y tu a que has renunciado?

—Ya a nada. Fui fie a tu padre hasta el ultimo dia, me acople a su estilo de vida siempre. Pero eso quedo atras y siento que tengo tu apoyo tambien.

Mientras braceabamos con los pies y las piernas para no hundirnos, nuestras piernas se tocaron fugazmente bajo el agua y sin aviso, nado hacia la escalerilla del barco. Yo me quede en el agua unos segundos mas, dejando que el corazon se calmara y mi polla se desinflara. En el mar esa manana flotaban mas cosas que una madre y su hijo.

Ella subio al barco, con el bikini pegado al cuerpo, marcando unas areolas enormes, con gotas de agua resbalandole por el pecho. Se seco despacio, como si no tuviera prisa. Se sento en la proa, con las piernas colgando por la borda, mirando hacia la costa. Yo sali del agua y me sente a su lado. Nos miramos un instante, muy cerca, con el sol reflejado en sus ojos.

—Te has puesto muy moreno —me dijo, bajando la vista a mi torso, al rastro de sal que me cubria el pecho —. Estas muy guapo.

—Y tu te has puesto muy atractiva —bromee, pero lo dije en serio.

Ella sonrio, pero no bajo la guardia.

—¿Atractiva? Quizas para los senores de mi edad, pasados los cincuenta.

La mire, directo a los ojos.

—Eres como esa Vieja Sirena de la que me hablaste. No tienes edad, pareces eterna.

—Me encanta como me ves.

—El verano te sienta bien. Y el mar, el mar te transforma.

Ella bajo un momento la mirada, como si no se esperara esa frase.

Sacamos la comida y dimos cuenta de lo que habia preparado, gazpacho, ensaladilla y entremeses frios. Yo abri el vino y entre risas y cosas que nos ibamos contando, cayo la botella.

—Madre mia, nunca me he mareado en barco pero con tanto vino...

Acabo recostada en la cubierta, sobre la toalla, con los ojos cerrados, una mano sobre el vientre y la otra sobre el pecho, como protegiendose. Yo eleve el toldo y lo gire de forma que la protegiera de los rayos directos del sol.

Yo estaba despejado, observaba como respiraba, como las sombras del sol le dibujaban reflejos en la piel. De repente, sin abrir los ojos, sintio mi presencia.

—Me gusta la sensacion del calor de alguien a mi lado, que respira conmigo.

No supe que responder. Me pillo desprevenido.

—Haces que me sienta como el guardian de tu sueno.

—¿Sabes? No es solo el sexo lo que se pierde cuando te quedas sola —continuo—. Es todo lo que lo envuelve: el roce involuntario, los silencios compartidos, el ritual de un cafe compartido por la manana. La compania de alguien a quien le importas.

Asenti, mudo. Y entonces, sin pensar demasiado, me acerque un poco.

—Cuando aparecio Lucas me confundi. Me ofrecio otro tipo de vida, vivi el sexo como nunca lo habia disfrutado y durante un tiempo, enmascaro todo lo maravilloso que vivi con tu padre.

—¿Lo echas de menos? —pregunte tratando de reivindicarlo.

—Mas que despues de fallecer. Dormi con el tantos anos, que algunas mananas lo busco al despertar. Lucas en cambio es como si nunca hubiera existido.

Me encanto su respuesta.

—Fui egoista e inmaduro. Debi hablar contigo, enfadarme cara a cara no ser un cobarde y evitarte. Perdoname mami.

Hubo un silencio. Solo se oia el chapoteo suave del agua contra el casco. Ella dejo la toalla a un lado y me rozo apenas con los dedos el antebrazo. Yo me gire hacia ella y se acerco un poco mas, hasta que su rodilla toco la mia y sus labios quedaron tan cerca que podia sentir su respiracion.

—!Me lo recuerdas tanto! Cada vez te pareces mas fisicamente.

Podia haberla besado entonces. Podia haber sucedido todo alli mismo, bajo el sol, en ese barco navegando entre el respeto y el deseo. Pero no lo hice. Ni ella tampoco. En lugar de eso, se puso de pie con agilidad y dijo:

—Esta noche hay verbena en el Club Nautico. Voy con mis amigas. ¿Por que no te vienes? Me encantaria que me sacaras a bailar.

—¿Y estropear la velada a todos los piratas que quieran abordar tu nave?

—No hay ningun pirata que pueda competir contigo —me lanzo una sonrisa nada inocente—. Pero esta dama puede mantener a raya a todo el club nautico.

Regresamos del mar con su piel tostada por el sol oliendo a sal, el alma algo revuelta y mi cuerpo en ebullicion.

Al llegar a casa, ella se adelanto al bano. El sonido del agua en la ducha me llegaba con nitidez, como una invitacion callada. La imagine en su desnudez con el agua deslizandose por sus pechos y mi amiguita reacciono al instante.

Salio envuelta en una toalla fina, casi translucida, que apenas cubria lo justo. Llevaba el pelo humedo, cayendole sobre los hombros y los pies descalzos. Me miro como si no notara el efecto que tenia sobre mi.

—¿Quieres ducharte? —me pregunto con una media sonrisa.

—Me lo podrias haber pedido antes. Si hemos compartido barco podriamos haber compartido ducha —respondi, mirandola de arriba abajo.

Ella sonrio con un gesto coqueto.

—Mira por donde sale el inglesito.

Y se retiro hacia su habitacion. En la ducha no deje de pensar en ella ni un segundo. El olor a su champu, el calor del agua… Todo parecia prolongar su presencia. Sostuve mi polla con las dos manos elevandola, como si se la ofreciera a ella.

Sali corriendo preocupado de los pensamientos que me asaltaban. Ella estaba sentada en el tocador con un vestido que dejaba su espalda al descubierto. Se estaba pintando los labios con lentitud, jugando con sus labios, sin prisa como si me esperara. Se levanto y me miro, esperando mi opinion.

El vestido negro ajustado acababa en un generoso escote delantero ademas del trasero, zapato ligero de tacon alto y el cabello suelto cayendo por su espalda para cubrir su desnudez, con una elegancia natural. Se habia puesto unos pendientes dorados sencillos haciendo juego con una gargantilla que sin ser ostentosa, causaba un efecto impactante.

Silbe cuando ella dio una vuelta sobre si misma.

—!Guau! Mama, vas a ser la reina de la fiesta.

Ella rio, satisfecha.

—Necesito un rey a mi lado. O al menos, un principe.

—Me has convencido, te acompanare al club.

—Pues date prisa, he quedado con mis amigas a las 9.

Me arregle rapido, nosotros no necesitamos tocador ni peinado. Me puse una camisa blanca de botones en el cuello y un pantalon de lino oscuro y pata estrecha. Nada elegante pero mucho mas arreglado de lo que solia ir en verano.

—Estas muy guapo —dijo al verme, echandome un vistazo de arriba abajo.

Me ofrecio una copa de vino de una botella que acaba de abrir.

—Es temprano, vamos a brindar por esta salida con mi hijo. !Me hace mucha ilusion!

Brindamos felices, como si ambos supieramos que esta noche era distinta. Ella quiso aclarar un poco el plan.

—No estas obligado a estar pendiente de mi esta noche... vamos a estar cada uno con su grupo. Pero quiero saber que te tengo cerca, como cuando vigilabas mi sueno en el barco. Que nos buscamos con la mirada de vez en cuando.

—Estare cerca —repeti—. Aunque hablemos con otros, aunque bailemos con otros.

Ella asintio y levanto su copa.

—Por la libertad… y por mi hijo.

Al brindar, sus dedos rozaron los mios mas tiempo del necesario.

—Por la libertad y por ti...—evite llamarla mama.

Salimos juntos, ella iba radiante, con ese brillo nuevo que le habia descubierto desde mi regreso, sabiendo, al menos yo, que esa noche no eramos madre e hijo, sino dos adultos bailando sobre una linea cada vez mas fina.

Nos subimos al coche y durante el trayecto hacia el club, no podia evitar mirarla de reojo. Me quede cortado cuando comprobe que ella me sonrio, como si me hubiera pillado en un descuido.

Al entrar nos encontramos a sus amigas, todas muy arregladas pero ninguna del nivel de mi madre. Las tres se acercaron a saludarnos con miradas curiosas.

—Asi que tu eres Javier, el hijo ingles… —dijo una, con una copa en la mano y una sonrisa traviesa.

—Nos lo habias escondido —anadio otra, sin ningun recato, mientras me daba un vistazo descarado —. Me lo pido para un baile.

—Ahora entiendo por que te has arreglado tanto Marta. !Menuda pareja!

Mi madre rio, divertida pero con un leve sonrojo.

—Sois unas gamberras —dijo—. No les hagas caso Javi.

Aunque no me senti incomodo, la noche poco a poco nos fue separando. La fiesta en el Club Nautico bullia con la energia de una noche mediterranea en su esplendor: risas, copas que tintineaban, musica latina que invitaba a mover la cintura y luces suaves que daban al aire una textura magica.

Yo me acerque al grupo de mis amigos que habia saludado ayer en La Noite. Entre ellos, estaba Luisa, la chica con la que coincidi anoche. En uno de los movimientos por la terraza, llego mi madre con sus amigas y las presente a mi grupo. Cuando se marcharon, tuve que responder a algunas bromas acerca de lo buena y divertida que estaba mi madre este ano.

Charlabamos animadamente, recordando fiestas pasadas, y poco a poco Luisa iba acortando las distancias, tocandonos e inclinandose mas de lo necesario sobre mi al hablar. Me daba la sensacion que estaba buscando un polvo.

Entonces, senti su mirada. Marta estaba de pie a unos metros, como una estatua de seda, con la copa en la mano y una expresion que no supe descifrar del todo. Camino hacia nosotros despacio, felina, sin perderme de vista. Sus amigas la miraban de reojo, entre sorprendidas y divertidas.

—¿Lo pasas bien carino? —pregunto con dulzura, aunque con un tono de despechada mas que de madre—. ¿Me la presentas?

—Claro. Luisa —senale a ella—. Ella es Marta....mi madre —anadi sonriendo.

—Encantada —dijo Luisa agobiada—, voy a buscar una copa. Nos vemos luego.

Mi madre se acerco a apenas unos centimetros.

—Tienes exito —dijo, tratando de marcar territorio.

—Es genetico por via materna —respondi riendo.

Ella bebio un sorbo de su copa, luego me miro con esos ojos que no necesitaban palabras para expresar lo que sentian.

—Yo no pretendo competir con nadie —dijo finalmente—, pero me apetecia bailar contigo, me lo habias prometido.

Dejamos las copas en una mesa y nos dirigimos hacia la pista de baile. Tras iniciar unos pasos al ritmo de canciones de los 80s, la musica cambio de ritmo, las canciones lentas empezaban a sonar y la pista comenzo a vaciarse de jovenes y llenarse de parejas mas adultas.

Me acerque con naturalidad, la rodee con un brazo y ella apoyo su mano en mi hombro. Su otra mano, calida, busco la mia. Y comenzamos a movernos, despacio, como si lo hubieramos hecho mil veces.

Sentia el latido de su cuerpo bajo su ajustado vestido, su perfume se mezclaba con el aroma salado que traia la brisa del mar. Nuestras mejillas se rozaban. Entre las luces, las copas que llevaba y la musica, disfrutaba como si se hubiera quitado veinte anos de encima. Nos ibamos acercando cada vez mas, hasta pegar nuestras mejillas. Algunos chicos que no nos conocian nos miraban sonrientes, pensando que eramos una madurita ligando con un chico joven. Afortunadamente ninguno podia ver como se despertaba un deseo animal y profundo.

—Estas muy callado —murmuro rozandome con su boca.

—Si te dijera lo que estaba pensando volverias a mandarme a Inglaterra. —respondi.

—¿Y que sabes tu lo que pienso yo?

La cancion termino y comenzo de nuevo la musica rapida. Nos quedamos quietos, en medio de la pista. Entonces con un gesto complice, me susurro:

—¿Por que no nos vamos a otro sitio a seguir bailando? !Hace tanto tiempo que no lo hacia.

—¿Otra copa? —exclame dudando, algo confundido con el tono de sensualidad que desplegaba esa noche —. Ya has bebido mucho ¿no?

—Todavia es temprano —dijo mientras miraba el reloj que marcaba las 2:45—. Hay que aprovechar una noche tan maravillosa.

Me deje arrastrar y finalmente deje escapar una carcajada.

—Pero como pareja, nada de madre e hijo.

—Donde nadie nos conozca. Donde puedas… podamos....sentirnos libres —completo.

No podia creerlo. Pensaba lo mismo que yo. Cuando salimos del club, ella iba tambaleante, sin estar borracha pero lo suficiente animada para reir en alto, para hablar sin filtros.

—Tienes unos ojos peligrosos —me dijo de pronto, mientras subia al coche—. Siempre los has tenido, desde que eras un crio pero ya no lo eres ¿verdad?

Me rei sin saber que responder mientras el aire de la madrugada agitaba su pelo y mis entranas. Le ayude a colocarse el cinturon y ella me acaricio la mano como si fuera lo mas normal del mundo.

—¿A donde vamos? —pregunte.

—Voy a ensenarte un sitio en la carretera de Javea —sonrio.

En el trayecto por la costa, no paro de hablar: de lo estupida que se sintio al descubrir como era de verdad Lucas y lo que echaba de menos dormir sin alguien al lado, de las ganas que tenia de volver a sentirse deseada y no equivocarse.

—No quiero un hombre solo para cuidarme, quiero uno que me haga temblar —dijo, con la voz arrastrada.

Yo iba sonriendo, escuchandola, mirando el mar por la ventanilla abierta. Al pasar por una zona rocosa, el mar quedaba abajo a mi izquierda.

—No se si me da mas vertigo mirar a la derecha o a la izquierda —dije mirandola a ella.

Su mano, busco la mia en la palanca de cambios, transmitiendome calidez.

—No tenemos que temer nada. Salvo los cotilleos.

Entramos en una terraza escondida entre arboles, con una pista al aire libre bajo faroles y musica suave, elegante. Gente de cierta edad, muchos extranjeros. Nadie nos conocia, a nadie le importabamos.

Sonaba una cancion de ritmo mas lento, ella me tendio las manos, la cogi por detras, casi hasta su culo sin que ella se apartara, lo que aproveche para atraerla por la cintura y acercar su cuerpo al mio. Ella se dejaba hacer y sin proponermelo, senti como mi miembro se endurecia. Nuestros cuerpos seguian moviendose a un ritmo, suave y sensual y eso me iba excitando. Notaba su pecho temblar y casi cortarsele la respiracion ante alguna insinuacion que me atrevia a dirigirle. Subi una mano un poco mas hasta el pecho, sin dejar de llevar el ritmo de la musica.

—!Cuanto tiempo hacia que no bailaba asi...! —susurro.

—Me encanta verte feliz —anadi.

La abrace estrechamente por la cintura y ella abrazo mi cuello con sus manos. Nos fuimos deslizando despacio, cara con cara, cheek to cheek, el roce de su vientre contra el mio, sus dedos enredados en mi pelo.

Me miro sonriente e inmediatamente, reclino su cabeza en mi hombro. Acerque mi boca su cuello, y deje mis labios en su piel, en un beso alargado. Retire su pelo y repeti llevar los labios a su piel, besandola abiertamente en el cuello. Mi polla ya estaba firme y ella no se retiro. Continuamos bailando, metiendole mano descaradamente a mi madre, amparado en la lejania con nuestra playa. Le manosee su pecho, baje mi mano a su entrepierna sin ser rechazado.

A las cinco de la manana fuimos los ultimos en abandonar la terraza. A esa hora ya hacia fresquito, caminabamos pegados el uno al otro, tomada por mi brazo sobre sus hombros.

—¿Adonde vamos ahora? —dijo ella tartamudeando, sin ganas de regresar.

—¿Ahora? !Son las cinco, vamos a dormir!—Le respondi mientras ella se tambaleaba—. Vas dando tumbos.

Solto una carcajada y me dio un empujon jugueton. Se quito los zapatos.

—Eran los tacones, ya estoy perfecta, ¿adonde vamos?

Me habria gustado decirle, vamos a follar como locos, pero ella tampoco estaba en condiciones de hacer nada. Cuando llegamos a casa, tuve que ayudarla a bajar. Me miro desde el umbral como si fuera un amante que llevaba a casa esa noche. Mi corazon latia con fuerza, el deseo golpeaba mi interior como una masa de agua retenida por una presa.

—Siento no estar muy consciente —susurro.

La lleve hasta su habitacion. La cremallera de su vestido sono al deslizarse guiada por mis dedos temblorosos. Ella se incorporo con torpeza, levanto los brazos para que le quitara el vestido y quedo en ropa interior. Un conjunto negro como su vestido, elegante, que resaltaba su bronceada piel, sugerente, vulnerable, hermosa.

Se dejo caer boca arriba sobre la cama, a medio camino entre el sueno y la realidad. Sus piernas dobladas, su cuerpo semidesnudo, su boca entreabierta. Mi conciencia gritaba, mi cuerpo ardia. Queria tumbarme a su lado, recorriendola centimetro a centimetro. Con los ojos cerrados murmuro.

—He notado esta noche que te excitabas.... ¿Te gusto?

Su pregunta desperto todos mis demonios. Necesitaba reafirmar su condicion de mujer antes de dar el paso final. Pero despues de llevar toda la noche merodeandola, mimandola, tocandola, no me atrevia a dar el siguiente paso. Apague la luz y me dispuse a marcharme.

En la penumbra, mientras salia de la habitacion, escuche su voz.

—¿Me das un beso? El beso del principe —anadio riendo.

Esperaba que no notara el temblor que sentia al acercarme. Cuando me tuvo a su alcance, me miro a los ojos y se acerco desafiante a besarme con hambre de besos.

—Quedate...—suspiro—. Echo de menos dormir abrazada.

Me desvesti en un santiamen. Continuamos besandonos con una ansiedad de sed de besos que no sabia que tenia. Le quite el sujetador sin dejar de besarla. En braguitas, con el pecho al aire, deslizo su mano por el interior de mi slip.

Desnudos los dos, desplegue sobre ella una bateria de caricias que solamente reservaba para las grandes ocasiones. Abrio su boca a mis besos y abrio su mente al placer. La bese por todos los rincones de su cuello y hombros, bajando a sus pechos sin detenerme, me apodere de ellos con mis labios, pasando despacio del uno al otro, botaba sobre la cama, acelerando en un deseo contenido.

—!Que carinoso eres carino!

Segui llenandola de caricias, le comia su conito y subia cuando la veia desbordarse hasta encontrarme con su boca. Los besos se alargaban interminablemente, la cadencia de su respiracion se alineaba con el deseo de sexo. Cuando mis deditos alcanzaron el punto cumbre de su conito, sintio alcanzado su limite de aguantar, abrio sus piernas, sollozando de placer y me suplico.

—Follame carino, pero hazlo despacio. Quiero un recuerdo que me haga sentir viva cada vez que lo evoque.

Me subi encima de ella y con un ritmo pausado y continuo, la penetre como ella lo habia pedido: con un movimiento lento y consciente, lleno de miradas, de respiraciones profundas y de caricias largas. Ningun gesto brusco, ningun movimiento fuera del tempo perfecto que marcaba su deseo. Me sentia embriagado de su olor, del tacto de su piel, del fuego de sus ojos. Sus jadeos sonaban a musica celestial.

—Asi, asi, despacio, !Mmm que rico!

Hicimos el amor como si tuvieramos todo el tiempo del mundo. Como si aquella noche fuera una isla detenida en mitad del verano, alejada del mundo, de los convencionalismos y del miedo.

Fui entrando y saliendo de ella, iluso de que a ese ritmo podria seguir follandola hasta el fin de los dias, pero no era cierto. Antes de lo que hubiera deseado, senti que me aceleraba y saque la polla de su interior para alargar el momento. Continue acariciandola con mis dedos.

—!Vuelve a meterla, quiero tu polla para correrme!

Yo no tenia ninguna prisa en que terminara la noche, me sentia excitadisimo. No era un polvo de aqui te pillo, habia empezado a desearla en la fiesta y llevabamos desde entonces acercandonos como si fueran juegos preliminares.

—Tranquila mama, vas a correrte todas las veces que quieras.

Me empujo a un lado y se subio sobre mi, abriendo su sexo a mi polla como abria su boca a mis labios. Comenzo la tipica aceleracion de estar a punto de correrse.

—!Joder estoy a punto!

Consciente de que me quedaban solo unos segundos, acelere a lo bestia hasta oirla gritar e irme detras de ella regalandole el primero de los muchos polvos que queria echarle a partir de entonces

—Uff. Ha sido increible —dijo abrazandose a mi.

Comenzamos una conversacion divertida, con un lenguaje que nunca le habia oido, travieso, atrevido.

—Joder carino que bueno eres follando. Me encanta como me has dominado.

—Me sentia obligado, no queria que echaras de menos a ningun amante —nos reimos los dos.

—¿Pero te has creido que soy una matahari? Despues de tu padre, solo he estado con Lucas. Y te aseguro que eres tan carinoso como tu padre pero mucho mejor amante que el, incluso que Lucas.

Mientras reiamos, inevitablemente, mi «amiguita» volvio a despertar.

—Que bonita es la juventud —exclamo al ver la ereccion. —Me he despejado, dejame ahora a mi.

Se alzo de su posicion y se puso delante de mi. La cogio con sus manos y comenzo a chuparla como si tuviese un helado en su boca, fue poco a poco metiendosela mas adentro mientras con sus manos acariciaba mis genitales de vez en cuando paraba, sabia que a ese ritmo no le podria aguantar demasiado. Estuvo un tiempo jugando conmigo dejandome reposar y activandome de nuevo. Cuando le parecio bien se subio sobre mi. Se enredo el pelo con las dos manos, cambiando ese peinado lacio por uno mas asalvajado, cogio mi polla con sus manos y se la volvio a meter dentro. Estaba liberada, ya habiamos dejado atras todos los prejuicios.

Empezo a cabalgarme despacio, a camara lenta, moviendo su pelvis hacia adelante y hacia atras, comprimiendo mi polla en su dilatada vagina, tratando de alargar el momento mientras fueramos capaces.

—Me encanta el sexo. Quiero disfrutar mucho contigo.

—Eres muy buena follando.

Mi confesion le dio alas y comenzo una galopada salvaje, desmelenada.

—Te gusta follarme ¿verdad? —repitio—. Voy a ensenarte sexo del bueno... —me anticipo.

Mi arma seguia bien cargada porque cuando dispara la primera vez, tarda en disparar la segunda aunque este armada. Por eso pude resistir sus embestidas hasta que la vi tensarse al llegarle su orgasmo. Entonces descargue al grito de ella de, «me corro». Se quedo echada sobre mi un tiempo hasta que se hizo a un lado.

—Como me haces disfrutar —anadio besandome por todo mi cuerpo, con su pelo cayendo por su cara—. Ahora descansa, podemos continuar al despertar.

Amanecio radiante. El tipo de cielo limpio que solo ocurre tras una noche de tormenta emocional. Me desperte el primero, le prepare el desayuno y se lo lleve a la cama. Al encontrarla dormida, semidesnuda, majestuosa recorde como si la reviviera, la noche pasada. Habia sido magica, increible, un torbellino de emociones, deseos reprimidos y sexo brutal al que finalmente nos habiamos atrevido.

Pero ahora, por la manana, a la luz del dia, no podia evitar preguntarme si era real, que pensaria ella, si no nos habriamos dejado llevar por un calenton excitante.

—Buenos dias carino —exclamo sonriente, extendiendome los brazos—. Me dejaste nueva.

—Fue maravilloso —remarque, relajado de que no se sintiera mal por lo ocurrido.

—Aunque reconozco que te provoque y me gusto el juego, no imagine que llegaria a suceder...y me alegro de que asi fuera.

—¿Sabes? —dije, finalmente—. Desde nuestra conversacion en el barco, senti que mi carino como hijo estaba entremezclandose por mis sentimientos de hombre. Anoche, mientras bailabamos me senti muy excitado sexualmente.

Ella me miro, sin dar senales de sorpresa ni de sentirse incomoda. Al contrario, parecia interesada en seguir la conversacion. Asintio con la cabeza.

—Lo percibia y me gustaba. Aunque estaba bebida, recuerdo el roce de tu piel —respondio, acercandose ligeramente hacia mi—. Y recuerdo tu preocupacion al traerme a casa, y lo carinoso que fuiste al desvestirme y meterme en la cama.

Habia algo profundamente honesto en sus palabras y no escondia una vulnerabilidad que no esperas en alguien como ella. Nos dimos un abrazo tan fuerte que la debil tela de mi boxer no fue capaz de contener la furia que el roce de su piel desato en mi entrepierna.

—¿Podemos continuar lo que hablabamos anoche? Ibamos por el dos. Camino del tres.

—Dejame darme una ducha primero. Quiero sentirme limpia por si te apetece bucear.....

Salio del bano hecha una reina, con su pelo lacio cayendole por la espalda y su conito humedo bajo el albornoz, con el moreno de sus piernas que contrastaba con el blanco de sus labios vaginales. Mi mente tardo muy poco en imaginar lo que podia hacer con su conito recien lavado y sediento.

La recibi tumbado desnudo sobre la cama. Se subio sobre mi, de rodillas, sin dejar de besarme, le caia el pelo por su cara, estaba totalmente liberada de sus dudas. Subi mis manos para llegar a sus pechos, gemia de placer al acariciarselos. Me miro con una sensualidad renacida. Abrio sus piernas, de rodillas en la cama, me acerco su copa para que bebiera.

—Follame con tu lengua —dijo en un tono suplicante.

Meti dos deditos, tanteando la zona, sabiendo que estaba optima. Cuando introduje mi cabeza en su cono, desplace mi lengua por el inicio de sus labios vaginales, sintiendo su humedad. Comenzo a subir y a bajar sus caderas, con una enorme suavidad para que le realizara un chequeo a fondo de su conito destaponado de prejuicios anteriores al ano nuevo. Cuando acabe de repelar todo el liquido de su super cono, emergi de entre sus piernas, encontrando su cara de felicidad.

—¿Preparado para tu tercer polvo?

Se tendio sobre la cama, en signo de aceptacion.

—Follame ninato. Demuestra lo bravo que eres.

Ya estaba todo aclarado, deseabamos disfrutar de nosotros. Abrio sus piernas para que entrara. Atrapo mi polla, contrajo su pelvis, y deje que ella marcara el ritmo, estabamos conociendonos en la cama y necesitaba acostumbrarse.

No podia seguirle sus acelerones, parecia un potro escapado de un rodeo americano, pugnando por descabalgarme, pero yo la tenia bien ensartada y no me deje tirar. Su cara se habia transformado, estaba asalvajada, gritando, suspirando. Cogio mi polla con su mano, acelerando mis movimientos. Acabamos a la vez sin dejar de agitarse y cuando consegui sacarla, la tenia dolorida.

—!Que bruta eres!

—Me gusta el sexo, tendras que acostumbrarte.

—Tenemos dias por delante, mami. No querras matarme a polvos.

Sonrio. Me dio un beso.

—Me has despertado el apetito. Te dare bien de comer para que tu juventud se reafirme.

Hablamos de que hacer esa manana y decidimos realizar planes por separado.

—Esta manana voy a la playa con las chicas. Han reservado hamacas en Las Marinas. ¿Y tu? —me pregunto con esa indiferencia de quien no ha matado una mosca.

—He quedado con los chicos de anoche del club.

—!Cuidado con esa Luisa! Si quieres que mantengamos nuestro estatus, quiero tu polla en exclusiva. Por eso despedi a Lucas, no le pareci suficiente.

—Prometido. No necesito nadie mas —me despedi con una sonrisa.

Nos separamos por unas horas. Cada uno en su mundo. Yo con mis amigos, ella con los suyos. Pero la tenia en la cabeza como una musica de fondo persistente. Imaginaba sus piernas mojadas, su risa libre, la forma en que se colocaria las gafas de sol al mirar al mar. Y me ardian las manos por no estar alli.

Volvi a casa sobre las seis. Estaba duchandome cuando escuche su voz desde el otro lado de la puerta:

—¿Javier? Se me ha ocurrido una idea...

Sali del bano con la toalla en la cintura. Ella estaba de pie en el pasillo, con la piel dorada del sol y un enorme panuelo veraniego que utilizaba de pareo atado al cuello.

—¿Que te parece si esta noche salimos en barco? Podriamos alejarnos un poco, ver Denia desde el mar… Ya sabes que tu padre salia a pescar de noche y alguna vez le acompane. Puedo preparar algo ligero de cenar, llevar unas velas y....

Su propuesta venia cargada de una dulzura que desarmaba. No era solo el plan, era lo que no decia: la necesidad de intimidad, de seguir acercandonos, de generar ilusion. Nos miramos solo un instante en el que revivimos la pasion de la noche anterior.

—¿A que hora zarpamos, capitana?

Ella sonrio con ese brillo tan suyo.

—A las nueve. Quiero ver el puerto alejarse al atardecer, con una copa de vino en la mano.

Ella aparecio con un vestido largo veraniego, de seda azul noche que se cenia al cuerpo. El pelo suelto, algo ondulado por la sal y el viento y unos pendientes de nacar que le daban un aire de actriz italiana de los anos setenta.

—Estas preciosa —le dije con la voz alterada por el impacto.

—Hoy quiero que disfrutemos de una noche de pelicula

Zarpamos a las nueve en punto, con la pasarela iluminada con pequenas luces solares. Apenas nos alejamos del muelle, el barco comenzo a mecerse con suavidad. El perfil de la costa encendida quedaba atras, en una noche calida y sin viento que obligaba a usar la navegacion a motor.

Cuando fondee, ella ya habia puesto la mesa, cubierta con un mantel blanco sujeto por conchas, dos copas, una cubitera con vino blanco. Las velas temblaban sobre la mesa y cada gesto de ella tenia algo de ritual: como se recogia el cabello, como servia el vino, como sostenia la mirada sin dejar de mirarnos.

La conversacion fluyo con total naturalidad. Compartimos historias personales, descubriendo detalles el uno sobre el otro que por la distancia no habiamos conocido. Su risa abierta, dejaba a la vista una dentadura blanca que invitaba a probarla. Comimos despacio para alargar el momento. Cuando finalizamos, cogimos las copas y nos dirigimos a la cubierta, donde nos sentamos mirando al horizonte.

Durante unos instantes, parecio que el universo silencio nuestras palabras. Su mirada permanecia fija en la mia y senti como si ambos esperaramos que el otro rompiera el silencio. Finalmente, hablo con total sinceridad.

—No quiero complicarte la vida, ni la mia —continuo, queriendo dejar claro lo que teniamos—. Por mi parte, me encuentro en un punto en el que puedo permitirme explorar nuevas sensaciones sin miedo de remordimientos.

Asenti lentamente, tratando de procesar su confesion.

—A mi tambien me apetece seguir explorando contigo el mundo de los sentidos. Al fin y al cabo, somos adultos, ¿no?

Sonrio satisfecha, antes de inclinarse hacia adelante, dejando la copa sobre una maroma de cuerda.

—Pero debemos mantenerlo completamente en secreto. Ni mis amigas ni los tuyos, nadie mas, debe enterarse. Ni Martita cuando venga.

—Sera nuestro secreto —respondi euforico.

Su mirada sonrio de esa manera que anunciaba actividad. Se alzo, se desato el vestido con lentitud y lo dejo caer sin violencia. El cuerpo que aparecio bajo la tela era real. No tenia nada que demostrar. Su conjunto de ropa interior era de escandalo.

—Estas muy sexy.

—Me gusta mostrarme sexy. Y sorprender.

Yo tambien me desnude en silencio. Ya desnudos los dos, con nuestros cuerpos casi tocandose, iniciamos un desnudo mucho mas profundo. Sentiamos la necesidad de ponerle palabras a lo que flotaba entre los dos.

—¿Sabes? —dijo de pronto sin mirarme—. No me siento mal con el recuerdo de tu padre, ni me siento infiel a su memoria.

Asenti, dejando que sus palabras se aposaran, mientras acariciaba ligeramente sus pechos.

—Yo tambien he pensado mucho en mi padre estos dias —le dije—. No se que pensaria si pudiera vernos ahora, pero el queria que fueras feliz...

Ella sonrio, pasando levemente su mano por mi polla, pero con un nudo en los ojos.

—Tu padre me cuido, me quiso y me respeto. Pero esto… esto es distinto. Pero no imagine que algun dia podria sentirme asi... contigo. Y si, me siento feliz. Pero soy consciente de que esto durara mientras queramos los dos y despues volveremos a nuestro papel de madre e hijo.

Me incline hacia ella, le di un beso y hable con toda la sinceridad que pude reunir.

—Esto es lo mas increible que me ha pasado y no quiero que lo echemos a perder preguntandonos que nombre tiene esto.

Ella solto una carcajada suave, y luego se quedo mirandome con ternura.

—Nunca he disfrutado del sexo como lo hice anoche. Me siento deseada y libre. Y quiero que me folles de nuevo.

Sin esperar mas, nuestras bocas se buscaron, y se encontraron… queria comermela entera, y queria hacerlo desde su boca, mi lengua busco la suya, que me esperaba para volver a librar una batalla lingual.

Abrazandola note como sus pezones se erizaban y empece a acariciar su pecho. Con la otra mano, alcance inmediatamente su conito y me bastaron dos segundos para que mi mano estuviera jugando en su culo, apretado, duro, apetecible. Cuando mi dedo se acerco a su agujero anal, note el calor que su sexo desprendia.

Ella, notablemente excitada, hizo un pequeno movimiento para alcanzar mi polla y a la vez situar su culo completamente de frente a mi, invitando a que introdujera un dedo en su culito. Justo en ese momento, ella gimio de placer, y como poseida, comenzo a masajear mi polla y yo a iniciar una penetracion lenta de mi dedito en su culo.

Excitados los dos, meti un segundo dedo para explorar su dilatado y maravilloso culo y, por la expresion de su cara, por los besos que me daba en mi cuello para retener sus gemidos y por la forma en la que apretaba mi polla, sabia que disfrutaba y estaba proxima a correrse. Abandone sus pechos y baje esa mano a su conito para acelerar su clitoris. Rodeada por todos lados, un dedo en su clitoris y dos dedos metidos en su ano, entrando y saliendo, anadi un tercer dedo, sin dejar de entrar y salir de su culo, que ya estaba super dilatado. Su grito en la noche al correrse llego hasta el horizonte y retorno en forma de eco repetido.

Lejos de desfallecer despues de correrse, se encendio mas y acabo de desinhibirse. Bajo su cabeza, me beso la polla primero, despues paso la lengua y luego, tras mirarme sonriente y salvaje, volvio a su tarea, se tragaba entera, jugando con su lengua por todas y cada una de las venas de mi endurecida polla, la sacaba y mojaba con su saliva la cabeza, mientras le daba lenguetazos y la mordia con sus labios… estaba en el paraiso, regalandome una de las mejores mamadas que jamas habia recibido.

Mi excitacion me llevaba a seguir jugando con su caliente y mojado conito, llegando a meter tres dedos hasta que de repente, sin decir nada, se levanto, se sento sobre mi, y fue bajando por mi polla, clavandosela entera en su cono,…. Pense que me moria, y practicamente al cuarto salto que sus caderas realizaron con mi polla aprisionada en la vagina, me corri como un animal, llenandole su cono de semen. No paro de moverse hasta asegurarse de que ya estuviera completamente descargado, luego, me volvio a mirar a los ojos y volvimos a entrelazar nuestras bocas en un largo y apasionado beso.

—Carino, me subes al cielo. Necesito darme un bano, ¿vienes?

Sin esperar mi respuesta, se puso de pie, camino hasta la popa y bajo al agua sin hacer ruido ni levantar espuma. Desde abajo me reto con una sonrisa de adolescente traviesa.

—¿Te da miedo?

Parecia una sirena rodeada de un anillo de plata producido por el reflejo de la luna en el agua. Baje al agua y me abrace a ella. Al principio solo nadamos alrededor del barco. Ella me rozaba como sin querer. Luego nos quedamos quietos, flotando frente a frente, con la luna encima y el silencio entre los dos. Entonces ella me toco la cara, muy despacio, como quien acaricia un secreto. Me beso primero en los labios, luego en la frente.

—¿Te ha gustado jugar con mi culo?

Me sorprendio su pregunta.

—Me ha...encantado, nunca he probado uno.

—¿Te gustaria estrenarte esta noche?

Mi cara debio reflejar mi excitacion.

—¿Te refieres a ....?

—¿Por que no subimos? Quiero que no olvides esta noche en tu vida.

Subimos a bordo, secandonos apenas, temblando de emocion y sal. Bajo al salon y volvio con una terrina de margarina que llevaba varios dias abierta. Extendimos las toallas sobre la cubierta. Ella se recosto boca arriba, mirandome con los ojos abiertos, rendida. Me invito a atraerla hacia mi y la bese.

—Ante todo, relajate. Tenemos que jugar primero, necesito estar excitada para que dilate.

Comence a acariciarla y a recorrer todo su cuerpo eliminando la sal de su piel con mi lengua. Abrio sus piernas y entre a bucear en su gruta, se giro y me ofrecio su culito, poniendose de rodillas y apoyando su cabeza sobre una de los rollos de cuerda sobre la que coloco una toalla. Acerco la mantequilla y la extendio por mi polla.

—Pon un poquito en mi culito carino.

Nervioso ante mi gran ocasion, unte mis dedos en la margarina y con sumo cuidado comence a introducir, primero un dedo y al ver que entraba tan facilmente, uni otro dedo. Acariciaba sus nalgas y metia los dedos un poco mas, provocandole murmullos de placer. Comence a hacer pequenos circulos sincronizados sin apenas presion, solo rozando el perimetro de su ano hasta que note que se abria un poquito.

—¿Por que no usas la otra mano? —recrimino.

Entendi el mensaje y me abrazo completamente a ella, adelantando la otra mano a su clitoris.

—Asi, asi, sigue. Tienes que trabajarme carino.

—Parece que sabes bien lo que haces.

—Lucas me perforo el culo y acabe disfrutando. Estoy deseando que me lo rompas tu.

El lenguaje tan natural de mi madre, sin sombra de verguenza, me dio alas para acelerar el proceso. Cogi mas margarina, me embadurne mas el pene y lleve la punta del glande a su entrada anal.

—Es increible follarte el culo mami.

—Ve despacio pero atraviesame.

Arrodillada sobre la cubierta del barco, ofreciendome su culo en todo su esplendor, facilite mi empuje, elevando aun mas el culo. La agarre por las caderas y de una embestida, con la firmeza de mi polla que estaba a reventar, quiso meterla de golpe, como si la follara por delante.

—Tranquilo, despacio, tiene que dilatar un poco mas para que entre —dijo como experta a la que habian dado por culo decenas de veces—. Metela por delante mientras tanto.

Guiado por sus consejos, introduje mi polla en su conito y comence a masajearle las tetas desde atras.

—Muy bien carino, asi. Calientame un poco para que se vaya abriendo.

Con la otra mano la adelante al clitoris y recibio entusiasmado mis caricias. Y se activo gimiendo y contorneandose.

—Mmm si... Metemela de nuevo por detras.

Ya me lance a tumba abierta a perforar su culo. Cuando vi entrar la cabeza de la polla empuje hasta meter un cuarto de polla. Con ella dentro, comenzo a agitar su culo a derecha e izquierda, arriba y abajo, apretando fuerte mi polla entre sus nalgas, en un movimiento circular que me arrastraba al precipicio. Una particular danza del vientre en la que senti que ella succionaba, apretando el culo, provocando un efecto succion que le abrio el esfinter y facilito la entrada hasta la mitad de mi polla.

—Joder mama, eres la hostia...

—Empuja mas. No te distraigas.

Entraba y salia sin freno, mi grado de excitacion me tenia fuera de mi. Y ella dominaba la situacion con maestria y sensualidad, controlando el dolor y disfrutando del placer dominador de verme entregado a ella.

—Follame de nuevo por delante, me duele un poco.

Volvi a metersela por su conito y casi me deje llevar. Quizas viendo que me emocionaba demasiado, me pidio que volviera a intentarlo por el culo. Esta vez entro facilmente hasta la mitad, sin apenas molestia.

—Vamos, rompeme ya cabron —me grito, excitada, con la respiracion mas y mas fuerte cada vez.

La cogi de nuevo por la cintura con una mano y comence una cabalgada de yegua como si estuviera en un rodeo asido con una mano a las riendas y aunque no fui capaz de meterla entera, falto muy poco. La excitacion de estar enculando a mi madre, y las carreras que llevaba intercalando agujeros, hizo que jadeara como un animal, hasta que con el ultimo espasmo, cai rendido y llene de lechecita su culo.

—Mmm que bien Javi, ¿Te ha gustado?

Yo no podia ni hablar. No dije nada en un par de minutos hasta que con la voz entrecortada me confese.

—Era mi primera vez por detras y me he sentido un novato. Se que lo has hecho por mi.

—Me alegro de haberte podido regalar esa ilusion. Ahora, vamos a la cama, tengo frio.

En el camarote, nos acostamos y se acurruco contra mi, con la cabeza en mi pecho y el cabello humedo aun. Se quedo dormido encima de mi, con una pierna cruzada sobre mi cintura y su rostro hundido en mi pecho. Olia a sal, a noche de sexo y a una felicidad serena que no buscaba justificar nada.

A mi me costo conciliar el sueno, habia llegado a un punto de libertad sexual con mi madre tan impresionante que me senti orgulloso de mi y de ella.

Amanecio una manana esplendida. El mar, completamente en calma, era una lamina azulada que reflejaba los primeros resplandores del dia. El barco flotaba placido, mecido apenas por la respiracion del mar, anclado lejos de la costa y mas lejos aun de miradas y cotilleos que pudieran pensar los demas.

Ella desperto sin sobresaltos, como si su cuerpo supiera que estaba a salvo. Abrio los ojos y me miro con unos ojos semi cerrados del sueno. Me beso el pecho con una ternura infinita.

—Buenos dias... —dijo con voz ronca, sin moverse—. Me apetece un cafe...

Sali al salon-cocina. Mientras llene de agua la cafetera, ella salio, su cabello recogido con una pinza y una camiseta marinera que le quedaba suelta y le llegaba por los muslos. Cuando prepare las dos tazas de cafe, ella se estaba desperezando sobre la cubierta, con las piernas cruzadas, acariciando la madera con la planta de los pies.

El barco seguia fondeado en la cala. El cafe sabia mejor en mitad del mar, con la luz dorada del sol resbalando por la piel y el recuerdo intenso de la noche entre nosotros. Se reclino sobre mi, buscando la sombra del toldo. Jugaba distraida con el vello de mi brazo.

—Dormir en el mar, amanecer asi... contigo. Es mucho mas que sexo, es como si me hubiera escapado de mi misma —confeso de pronto.

—Nos hemos escapado del mundo. Aqui nadie puede vernos. Esto... es nuestro mundo.

Ella bajo la taza vacia, me miro con los ojos sonriendo y anadio.

— Lo haces muy rico. Me apetece repetir.

Cuando me levante a preparar otra taza, me detuvo con una sonrisa.

—Quiero repetir.... polvo.

No me dio tiempo a contestar. Me quito el banador de un tiron, alzo los brazos para despojarse de la camiseta y, sin dejar de sonreir, se echo sobre mi cuerpo, buscando mi boca, sin vertigo, sin preguntas con esa sensualidad que ya necesita esconderse ni explicar nada.

Nos amamos con deseo de sexo, sin necesidad de justificar nada. Al acabar, nos quedamos alli, juntos, oyendo el rumor del mar como si el mundo se hubiera vuelto sencillo, sin pasado ni futuro. Solo nosotros dos, respirando el presente sin culpas, sin disfraces.

Consegui quedarme teletrabajando dos semanas en la que se repitieron esos encuentros hasta que llego mi hermana Marta. Deje a mi madre con ella pero me prometio venir a Londres en unos dias. No pensabamos renunciar a nada.

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