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22 Oct 2024Views 67Una Huesped Inesperada: Pilar
Leopoldo tiene su vida perfectamente organizada hasta que acoge a su prima Susana. Este relato NO CONTIENE FILIAL, lo pongo aqui para mantener la continuidad de la serieLeopoldo llego al trabajo esa manana con la mente todavia revuelta por los ultimos acontecimientos en casa. Su prima Susana habia transformado su vida en un torbellino de emociones, y aunque a veces sentia que perdia el control, habia algo embriagador en la intensidad de todo. Pero ese dia, al menos durante unas horas, queria poner su mente en blanco y concentrarse en su trabajo.
Su oficina estaba ubicada en un edificio antiguo del centro, con techos altos y grandes ventanales por donde entraba la luz matutina. Se dirigio a su escritorio, saludando con un gesto a sus companeras de trabajo. Begona le lanzo una sonrisa que el apenas percibio; su mente estaba todavia perdida entre las imagenes de Susana de la noche anterior.
La manana trascurria con normalidad absoluta, sentado en su mesa Leopoldo seguia dedicandose a su pasatiempo favorito, estudiar a sus companeras de oficina. Fantaseaba con Begona con un conjunto de ropa interior de fantasia. El color tenia que ser oscuro porque la chica tenia la piel muy blanca. Se decidio por una braguita tipo culotte sobre un tanga brasileno. Ahora la gran duda, que sujetador ponerle, sin dudas las tetas eran el mejor atributo del cuerpo de la chica. Tenian tamano mas que de sobra, lo cual descartaba un wonderbra o similar, un sujetador normal, pero con unas transparencias que dejaran sus pezones visibles.
Ya la fantasia de Leo habia completado la indumentaria de su companera, anadiendo unos zapatos negros de altisimo tacon. Descarto ponerle medias. Joder que malo era el aburrimiento. Afortunadamente ya quedaba poco para la hora de salir, la mayoria de sus companeros ya estaban saliendo y a el le quedaban pocos minutos
Antes de poder terminar de recoger los papeles sobre su mesa, escucho el inconfundible sonido de los tacones de Pilar, su jefa, acercandose. Pilar era una mujer energica y con un aire de autoridad que hacia que todos en la oficina se enderezaran un poco mas en sus asientos cuando pasaba. Hoy llevaba un traje chaqueta con una blusa de seda color marfil que realzaba su figura y una falda negra que abrazaba sus caderas con elegancia.
— Leopoldo, ¿puedes venir un momento a mi despacho? —dijo con una voz suave, pero que no dejaba lugar a discusion.
El se levanto de inmediato y la siguio. Pilar tenia la costumbre de caminar rapido, y el tuvo que apurar el paso para mantenerse a su lado.
— Necesito que te quedes a trabajar esta tarde —dijo, mientras caminaban por el pasillo hacia el despacho de ella—. Tenemos que organizar unos expedientes que llegaron tarde y necesito que alguien de confianza se encargue.
Leopoldo asintio. No es que tuviera muchos planes para la tarde, pero le sorprendio que fuera el quien tenia que quedarse.
— Claro, Pilar. No hay problema —respondio, manteniendo su tono neutral.
Cuando llegaron al despacho, Pilar cerro la puerta detras de el. Leopoldo no podia evitar notar el leve aroma de su perfume, un toque de jazmin que inundaba el pequeno espacio.
— Vamos a empezar con esos expedientes ahora —dijo ella, mientras lo guiaba hacia un cuarto pequeno al fondo del despacho, un archivo lleno de estanterias apiladas hasta el techo con carpetas y cajas de documentos.
Pilar se detuvo en la puerta y miro hacia las estanterias.
— Creo que estan en la parte de arriba... Tendre que subir a la escalera para alcanzarlos.
Leopoldo se quedo parado un momento mientras Pilar buscaba la escalera plegable que se guardaba en un rincon. Cuando la encontro, la desplego con facilidad y se subio con la agilidad de alguien que estaba acostumbrada a hacerlo.
El no pudo evitar fijarse en la forma en que sus piernas largas y bien torneadas se movian al subir peldano a peldano. La falda de Pilar, que ya era ajustada, se tenso aun mas sobre sus muslos a medida que ascendia, y Leopoldo sintio que el calor le subia por el cuello. Trato de apartar la mirada, centrarse en cualquier otra cosa, pero sus ojos parecian tener vida propia, siguiendo el contorno de sus piernas hasta la curva de sus caderas. Pilar tenia esa presencia magnetica que siempre habia notado, pero nunca se habia permitido considerar demasiado de cerca. Ahora, en el silencio cerrado del archivo, esa presencia se hacia mucho mas real.
— ¿Puedes sostenerme la escalera un momento? —pidio ella, girando su cabeza para mirarlo desde lo alto de los peldanos.
Leopoldo se acerco, tratando de mantener la compostura. Sujeto la escalera con ambas manos, sintiendo la vibracion sutil del movimiento de Pilar mientras estiraba el brazo hacia los estantes superiores. En ese momento, un pie de Pilar se deslizo ligeramente, y ella solto una pequena exclamacion. Sin pensarlo, Leopoldo levanto la vista y estiro los brazos para sostenerla por la cintura, ayudandola a mantener el equilibrio. Su tacto fue firme pero suave, y durante un segundo, ambos quedaron inmoviles, apenas respirando.
— Gracias —dijo Pilar, con una voz mas baja de lo normal.
Leopoldo asintio, sintiendo el calor de su piel a traves de la delgada tela de la blusa. Podia ver el brillo de los mechones de su cabello cayendo sobre su hombro y como su respiracion parecia haberse vuelto un poco mas lenta. Cuando ella se estabilizo y comenzo a buscar de nuevo entre los expedientes, el no aparto las manos de su cintura de inmediato. Habia algo en el aire, un susurro de tension que ambos percibian.
Pilar bajo un peldano. Sus ojos se encontraron por un instante, y el sintio un golpe en el pecho. La oficina parecia un mundo aparte en ese momento; el resto del edificio estaba silencioso y, detras de la puerta cerrada, nadie podia verlos. Pilar inclino ligeramente la cabeza, como evaluando la situacion, sus labios pintados de rojo formaron una pequena sonrisa.
— Creo que tu tambien podrias ayudarme a revisar estos archivos, Leopoldo —dijo con un tono que parecia de desafio.
El trago saliva, sintiendo como el ambiente se espesaba a su alrededor. Asintio, y Pilar bajo de la escalera, rozando su cuerpo con el de el en el proceso, de una manera que parecia deliberada. La tarde se extendia ante ellos, cargada de posibilidades.
Cuando Pilar bajo de la escalera, se quedo unos segundos demasiado cerca de Leopoldo, lo suficiente como para que el pudiera sentir su respiracion y percibir el suave aroma de su perfume. Despues, sin decir nada mas, se giro y camino de vuelta hacia su despacho. Sus tacones resonaban sobre el suelo de madera, cada paso marcaba un ritmo lento y deliberado. Leopoldo la siguio, aun sintiendo la calidez en las palmas de sus manos por el breve contacto con su cintura.
Al llegar al despacho, Pilar cerro la puerta tras el, creando un ambiente intimo y sellado del resto de la oficina. La luz de la tarde entraba suavemente por las persianas, proyectando lineas en el suelo y las paredes, un juego de sombras y luces que parecia intensificar el aire ya cargado de tension. Pilar se detuvo un momento, como si reflexionara, luego se quito la chaqueta de su traje, revelando por completo la blusa de seda que se cenia a su figura.
— Hace calor aqui, ¿no crees? —comento con un leve suspiro.
Leopoldo asintio, aunque no estaba seguro si lo habia hecho consciente. Sus ojos seguian cada uno de sus movimientos. Pilar se desabrocho los dos primeros botones de la blusa con calma, sin dejar de mirarlo. La abertura dejaba entrever el principio de su escote, la piel suave que se insinuaba en cada respiracion lenta y controlada. Luego, se inclino ligeramente para quitarse los zapatos, dejando caer uno tras otro con un sonido sordo sobre la alfombra.
Leopoldo no pudo evitarlo; su mirada recorrio cada centimetro expuesto, desde el borde de su blusa hasta la curvatura de sus pantorrillas desnudas. Era consciente de que el ambiente habia cambiado por completo, que el juego sutil de poder entre ellos se habia transformado en algo mas cargado, mas intimo.
— Vaya, Pilar, deberias quitarte la chaqueta mas seguido —dijo, dejandose llevar por el impulso del momento.
Por un segundo, penso que quizas habia cruzado un limite, pero Pilar se quedo inmovil y luego se giro lentamente para enfrentarlo. Habia un destello de algo en sus ojos, una chispa que iba mas alla de la sorpresa. La sonrisa que se formo en sus labios no era la tipica sonrisa profesional que mostraba en la oficina; era algo mas calido, mas genuino.
— ¿Si? —respondio ella, con una inflexion que podia ser tanto de desafio como de diversion. Dio un paso hacia el, descalza, y con una soltura en su andar que solo intensificaba la sensacion de cercania—. ¿Eso piensas?
Leopoldo sintio como sus propias palabras colgaban en el aire, resonando entre ellos. Ella se habia detenido a solo un par de pasos de distancia, sus ojos clavados en los de el, esperando. Habia un coqueteo en su tono, pero tambien una invitacion implicita, como si ella estuviera evaluando hasta donde el se atreveria a llegar.
— Bueno... —Leopoldo hizo una pausa, decidiendo seguir el juego—. No es que sea el unico que lo piensa. Seguro que mas de uno te ha imaginado asi.
La sonrisa de Pilar se amplio un poco mas, sus ojos se entornaron, y por un momento el penso que habia visto un destello de aprobacion. Habia un extrano balance entre ellos ahora, una especie de tira y afloja que lo mantenia a la expectativa. Pilar, por su parte, parecia disfrutar de su reaccion, de la forma en que su presencia estaba afectandolo.
— Eres mas atrevido de lo que pense, Leopoldo —dijo finalmente, su voz mas baja, casi un susurro. Dio un paso mas, y ahora estaba tan cerca que podia sentir el calor de su cuerpo, la suavidad de su respiracion.
Leopoldo trago saliva, sintiendo el latido acelerado de su corazon. El aroma de Pilar era envolvente, la cercania de su cuerpo casi magnetica. Se pregunto si estaba leyendo demasiado en la situacion, pero el brillo en sus ojos y la inclinacion ligera de su cuerpo hacia el le decian que no. Pilar disfrutaba del juego tanto como el, y quizas, solo quizas, estaba esperando que el diera el siguiente paso.
— A veces hay que arriesgarse —respondio el, con una voz firme, aunque sentia un nerviosismo que le recorria la espina dorsal.
Ella inclino la cabeza ligeramente, y sus ojos lo estudiaron con un interes renovado. Habia una electricidad en el aire que ambos podian sentir. Y en ese momento, Leopoldo supo que el juego de poder habia cambiado de manos; Pilar habia bajado sus defensas y el habia aprovechado el momento para acercarse un poco mas a esa chispa que se habia encendido entre ellos.
Pilar camino con la misma elegancia relajada hacia su escritorio, donde se sento en su silla de cuero, sin dejar de mirarlo. Se cruzo de piernas, y el movimiento hizo que la tela de su falda se subiera un poco mas, mostrando un poco mas de la piel tersa de sus muslos. Sin decir una palabra, con una expresion de seguridad y diversion, senalo la silla junto a ella.
— Sientate, Leopoldo. Tenemos mucho trabajo por hacer.
El asintio, tratando de mantener la compostura, y se sento a su lado. La mesa del despacho estaba llena de expedientes y carpetas, documentos que requerian ser revisados y ordenados, pero en ese momento, toda su atencion estaba en otra cosa. Pilar comenzo a hablarle sobre los documentos que necesitaban revisar, pero su voz era apenas un murmullo en su cabeza. Cada movimiento de ella, cada cruce de miradas, cada pequeno gesto parecia cargado de una intencion diferente.
Mientras ella hablaba, Leopoldo trato de concentrarse en los papeles frente a el, pero entonces sintio un roce inesperado. Un toque suave y calido recorrio su pantorrilla, y su respiracion se detuvo por un segundo. Bajo la mirada y vio el pie descalzo de Pilar deslizandose lentamente sobre su pierna, acariciando con una calma que parecia casi calculada.
Leopoldo sintio un calor repentino que le subia desde el cuello hasta el rostro, y mas abajo, una presion creciente que le dificultaba mantener la compostura. Su cuerpo reacciono de inmediato; el roce del pie de Pilar le provoco un latido urgente que se instalo en su bajo vientre, una ereccion que crecia rapidamente, haciendo que sus pantalones se sintieran demasiado ajustados. Intento tragar saliva, pero su boca estaba seca.
— ¿Te pasa algo, Leopoldo? —pregunto Pilar, con una sonrisa ladeada en los labios, su voz tenida de una dulzura traviesa.
El levanto la vista y vio como lo miraba, sus ojos brillaban con una mezcla de diversion y deseo. Pilar sabia perfectamente lo que estaba haciendo, como lo estaba afectando. Y, por la forma en que sus labios se curvaron un poco mas, estaba claro que lo estaba disfrutando. Leopoldo sintio como una gota de sudor le resbalaba por la sien, y trato de limpiarla disimuladamente.
— Eh... no, nada, estoy bien —respondio el, aunque su voz sonaba un poco forzada. Sus manos se movian torpemente sobre los papeles, pero su mente estaba en cualquier lugar menos en los documentos.
Pilar acerco su silla un poco mas, su pierna ahora completamente en contacto con la suya. Su pie continuaba su exploracion lenta y deliberada, deslizandose hacia arriba y abajo de su pantorrilla, haciendo que el calor en su cuerpo se intensificara. El podia sentir cada curva de sus dedos, cada movimiento ligero que parecia enviar pequenas descargas electricas a traves de su piel.
— ¿Seguro? —insistio ella, inclinandose un poco mas cerca, de modo que el escote de su blusa quedaba justo a la altura de sus ojos. Los dos botones desabrochados dejaban ver una insinuacion de encaje negro, un detalle que no habia notado antes, y que ahora parecia imposible de ignorar—. Pareces un poco... distraido.
Leopoldo trato de enfocarse, de encontrar las palabras adecuadas, pero todo lo que pudo hacer fue asentir torpemente. Pilar sonrio y dejo que su pie subiera un poco mas, acariciando el interior de su pierna con una lentitud que le resultaba casi insoportable. Cada segundo que pasaba sentia como su ereccion se volvia mas evidente, como la tela de sus pantalones se tensaba cada vez mas.
— No hay nada de malo en disfrutar del trabajo, ¿sabes? —dijo Pilar suavemente, sus labios a solo unos centimetros de los de el. Sus palabras eran como un susurro intimo, y el podia sentir el calor de su aliento en su piel. Mientras hablaba, su pie jugueton siguio subiendo, acariciando la parte interior de su muslo ahora, acercandose peligrosamente a su entrepierna.
Leopoldo no pudo evitarlo; solto un suspiro ahogado y noto como un calor mas intenso lo envolvia, haciendo que gotas de sudor empezaran a formarse en su frente y espalda. Pilar lo miro directamente a los ojos y sonrio, sabiendo perfectamente el efecto que estaba teniendo sobre el.
— Me gusta cuando un hombre sabe apreciar lo que tiene delante —murmuro, y su pie se detuvo justo antes de alcanzar su ereccion, rozandolo apenas.
Leopoldo trago saliva de nuevo, sintiendo que el aire se volvia mas espeso, mas cargado. Pilar estaba jugando un juego peligroso, y el estaba demasiado atrapado en el momento para querer detenerla. Su cuerpo estaba tenso, cada musculo alerta, y la mente se debatia entre el deseo de ceder al impulso o mantener algo de control.
— Creo que... —comenzo a decir, pero su voz temblo, traicionando la tension que lo recorria.
Pilar inclino su cabeza hacia el, su sonrisa aun mas amplia.
— ¿Si? —respondio, su tono sugerente, expectante.
Leopoldo no podia mas que perderse en esos ojos que lo desafiaban, en ese roce que lo invitaba a seguir. Todo en ella le gritaba que cruzara esa linea, que dejara que las cosas siguieran su curso. Y en ese momento, con su pulso acelerado y el aire cargado de posibilidades, empezo a sentirse como si estuviera al borde de una decision que cambiaria todo.
Leopoldo sintio como su autocontrol se resquebrajaba bajo el peso del deseo acumulado. El ambiente en el despacho de Pilar habia cambiado por completo; cada palabra, cada mirada, y cada roce deliberado de ella lo empujaban al borde. Su mente apenas lograba mantener un hilo de pensamiento claro mientras su cuerpo se calentaba con cada segundo que pasaba, con cada pequeno gesto provocador de Pilar. Ella sabia lo que estaba haciendo, y lo hacia con maestria.
El roce de su pie en su muslo, la cercania de su voz, el aroma embriagador de su perfume y, sobre todo, esa sonrisa astuta y confiada en sus labios entreabiertos... todo en ella parecia ser una invitacion. Pilar sabia como manejar el juego de la seduccion, y en ese momento, Leopoldo decidio que tambien sabia como jugar.
Sin pensarlo mas, dejo que su instinto tomara el control. Dejo caer los papeles sobre la mesa, como si no tuvieran ninguna importancia, y se giro hacia ella con determinacion. Con una firmeza que sorprendio incluso a Pilar, llevo una mano a su cintura, sintiendo el calor de su cuerpo a traves de la fina tela de la blusa. La atrajo hacia el con un tiron decidido, haciendo que Pilar soltase un leve jadeo de sorpresa. Pero no se resistio; al contrario, sus ojos se abrieron un poco mas, brillando con esa chispa de deseo que habia estado presente desde el primer roce.
Leopoldo sintio el latido rapido de su corazon resonar en su pecho mientras Pilar, con los labios ligeramente separados, lo miraba con una mezcla de desafio y anhelo. Y entonces, sin esperar un segundo mas, se inclino hacia ella y la beso.
El beso fue urgente, hambriento, como si ambos hubieran estado conteniendo esa necesidad durante demasiado tiempo. Leopoldo sintio el sabor de los labios de Pilar, suaves y calidos, moviendose con la misma avidez que los suyos. Ella respondio de inmediato, abriendo su boca para recibirlo con un gemido suave, permitiendole que la abrazara mas fuerte contra su cuerpo. Su lengua encontro la de ella en una danza que era todo fuego y deseo, un intercambio que encendio aun mas la tension que habia estado creciendo entre ellos.
Las manos de Leopoldo se movieron por su espalda, explorando su contorno, sintiendo cada curva bajo sus dedos. Pilar, por su parte, no se quedo quieta; sus manos se aferraron a los hombros de el, tirando de el hacia abajo, como si quisiera mas, como si necesitara mas. Sus cuerpos estaban tan cerca que podia sentir el latido de su corazon a traves de la tela, la suavidad de su pecho apretandose contra el suyo. El calor era palpable, envolviendolos en una burbuja donde solo existian ellos dos.
Leopoldo no podia contener el ardor que lo consumia; profundizo el beso, buscando mas, mientras la abrazaba con fuerza. Pilar dejo escapar un suspiro suave contra su boca, y el sintio como su cuerpo se relajaba contra el suyo, entregandose al momento. Sus labios se movieron con mas intensidad, mordiendo suavemente los de ella, sintiendo el sabor de su piel y el cosquilleo de sus suspiros. El roce de sus lenguas era como un fuego que crecia con cada segundo, encendiendo sus sentidos y borrando cualquier rastro de duda.
— Leopoldo... —murmuro Pilar entre besos, su voz quebrada por el deseo.
El respondio con un grunido suave, sin dejar de besarla, sin querer soltarla. Pilar deslizo una mano por la nuca de el, enredando sus dedos en su cabello, tirando de el para acercarlo aun mas, como si temiera que el momento se desvaneciera. Cada segundo que pasaba, cada beso que compartian, aumentaba la intensidad entre ellos. Podia sentir como sus cuerpos se movian al unisono, como el calor se extendia por sus venas como un torrente imparable.
Sus manos bajaron por su espalda, deteniendose en la curva de sus caderas. La presion de sus dedos se volvio mas firme, mas posesiva, mientras la acercaba mas a el, casi levantandola de la silla. Pilar se dejo llevar, sus piernas ahora alrededor de las de el, su cuerpo completamente fundido contra el de Leopoldo. No habia espacio entre ellos, solo una cercania intensa y apremiante que ambos habian anhelado sin darse cuenta.
— No sabes cuanto he esperado esto —murmuro el, casi sin aliento, contra sus labios.
Pilar sonrio contra su boca, sus ojos entrecerrados y brillando con deseo.
— Entonces, ¿a que esperas? —respondio, su tono desafiando y encendiendo aun mas la chispa en el.
Y Leopoldo no espero mas. La beso de nuevo, con una necesidad que parecia insaciable, sus manos recorriendo su cuerpo con una intensidad nueva, explorando cada rincon que sus dedos podian alcanzar. Pilar se dejo llevar por esa corriente, su cuerpo moviendose en sintonia con el de el, entregandose completamente a la pasion del momento.
Pilar rompio el beso con un jadeo entrecortado, sus labios aun rojos e hinchados de la intensidad del momento. Sus ojos, ahora mas oscuros, fijos en los de Leopoldo, brillaban con una mezcla de desafio y deseo desbocado. Sin dejar de mirarlo, se giro lentamente hacia la mesa, apoyando ambas manos en el borde. Con un movimiento firme, se tumbo sobre la superficie, desparramando algunos papeles que cayeron al suelo, pero ni ella ni el parecian preocuparse en absoluto por eso.
Leopoldo se quedo quieto por un segundo, observando como Pilar se acomodaba sobre la mesa, con su falda subiendo un poco mas por la parte posterior de sus muslos. La camisa se habia ajustado mas a su figura, destacando cada curva mientras sus piernas se estiraban sobre el borde de la mesa. La respiracion de ambos era pesada y rapida, el aire alrededor se habia vuelto denso, cargado de un deseo casi tangible. Pilar lo miraba con los ojos entrecerrados, como invitandolo a continuar, a no detenerse ahora que habian llegado hasta ese punto.
Con un movimiento repentino, ella alargo una mano y agarro el pelo de Leopoldo, tirando de el hacia abajo con una mezcla de urgencia y control. El tiron le hizo inclinarse hacia ella, su rostro ahora a pocos centimetros del de Pilar. Ella le sonrio, esa sonrisa de satisfaccion que solo podia tener alguien que sabe que esta en control y disfrutando del poder que tenia sobre el.
— Vamos, Leo —susurro ella, sus ojos brillando con desafio—. No te quedes ahi parado.
Esas palabras lo sacaron de su trance momentaneo. Sin mas dudas, sus manos se movieron con firmeza, deslizandose por las piernas de Pilar hasta alcanzar el borde de su falda. De un tiron decidido, le subio la falda hasta las caderas, dejando al descubierto sus muslos y el encaje negro de unas bragas que apenas cubrian su intimidad. Leopoldo sintio una ola de deseo arderle por dentro al ver como su cuerpo se arqueaba ligeramente ante el contacto de sus manos.
El sonido de su respiracion, de su piel rozando la tela de la falda, llenaba el aire. Pilar lo miraba con expectativa, sus labios entreabiertos en un leve jadeo. El tomo una respiracion profunda y, sin mas preambulos, deslizo sus dedos bajo el elastico de las bragas. El contacto de su piel contra la de ella era calido y suave, enviando un escalofrio por su columna. Pilar se mordio el labio inferior y lo miro con intensidad, su cuerpo se estremecio al sentir sus dedos explorar la parte interna de sus muslos.
Leopoldo comenzo a tirar lentamente de las bragas hacia abajo, sintiendo como la tela acariciaba cada centimetro de su piel mientras las bajaba. Pilar, aun sosteniendo su cabello con una mano, arqueo un poco mas la espalda, facilitando el movimiento, su respiracion se volvio mas rapida y entrecortada. Las bragas finalmente quedaron atrapadas alrededor de sus tobillos, y Leopoldo las aparto sin perder de vista el rostro de Pilar, que ahora mostraba una mezcla de anticipacion y deseo.
Con sus bragas fuera, Leopoldo sintio como la tension en el ambiente se intensificaba aun mas. Las manos de Pilar se deslizaron por la mesa hasta volver a su pelo, tirando de el hacia abajo con mas fuerza esta vez, obligandolo a inclinarse sobre ella. Ella queria sentirlo mas cerca, queria mas de el, y el estaba mas que dispuesto a darselo.
Los ojos de Leopoldo recorrieron su cuerpo, deteniendose en cada curva revelada, en cada centimetro de piel que ahora quedaba expuesto para el. Se inclino hacia adelante, su boca siguiendo el camino de sus manos, besando y mordiendo suavemente el interior de sus muslos mientras le sujetaba la falda para que no se bajase, dejandola completamente expuesta ante el.
Pilar solto un gemido bajo y entrecerro los ojos, su pecho subiendo y bajando con cada respiracion acelerada. Sus dedos se enredaron aun mas en el cabello de Leopoldo, guiandolo, marcando el ritmo, empujandolo a seguir. El sintio la urgencia de su agarre y el temblor de su cuerpo bajo sus labios, lo cual solo intensifico su deseo. La situacion se habia vuelto electrica, y el aire estaba cargado de una promesa que ninguno de los dos queria romper.
Leopoldo, aun sintiendo la tension en el agarre de Pilar en su cabello, dejo que su boca se acercara lentamente a su cono. El calor que emanaba de ella lo golpeo, y su aroma lo embriago de inmediato, avivando su deseo. El comenzo con un beso suave, apenas un roce de sus labios sobre la piel sensible de su entrepierna, explorando con una delicadeza que contrastaba con la intensidad del momento. Pilar solto un pequeno gemido, un sonido que hizo eco en la pequena oficina, dejando claro que estaba disfrutando cada segundo.
A medida que sentia la urgencia en la forma en que Pilar lo guiaba con sus manos, Leopoldo intensifico sus caricias. Su lengua trazo un camino lento, casi tortuoso, desde la entrada de su vagina hasta su clitoris, deteniendose apenas para saborear la suavidad de su piel. Pilar jadeo y su agarre en el cabello de Leopoldo se volvio mas firme, empujandolo mas cerca, con mas fuerza. El acepto el desafio, sintiendo como su propia excitacion crecia al escuchar los sonidos de placer que escapaban de la garganta de ella.
Leopoldo comenzo a lamer con mas firmeza, su lengua moviendose en circulos precisos alrededor del clitoris de Pilar. Cada movimiento parecia enviar una corriente de placer a traves de su cuerpo, que se tensaba y arqueaba contra la mesa. Los gemidos de Pilar se hicieron mas profundos y mas frecuentes, su respiracion era ahora un ritmo acelerado, casi frenetico. Leopoldo se deleito en su reaccion, en la forma en que su cuerpo respondia a cada movimiento de su lengua, cada caricia.
— Oh, Leo... si... asi... —jadeo Pilar, su voz entrecortada por el placer.
Leopoldo se concentro aun mas, su lengua bailando alrededor de su clitoris en movimientos rapidos y ritmicos, a veces mas suaves, a veces mas intensos. Cada vez que sentia que Pilar estaba al borde, ralentizaba el ritmo, solo para volver a aumentarlo con mas fuerza. El contraste de velocidades hacia que ella gimiera mas alto, su cuerpo temblando bajo la presion de su boca. El podia sentir como sus caderas comenzaban a moverse al compas, buscando mas friccion, mas contacto.
Mientras su boca trabajaba con esmero en su clitoris, Leopoldo deslizo uno de sus dedos hacia la entrada de su vagina, acariciandola con suavidad antes de penetrarla lentamente. El gemido que salio de los labios de Pilar fue mas profundo esta vez, su espalda arqueandose contra la mesa. Sentirla contra su boca, caliente y palpitante, hizo que Leo redoblara sus esfuerzos, su lengua moviendose ahora con una precision casi voraz.
Pilar se aferro a su cabello con mas fuerza, tirando de el como si tratara de sostenerse en la realidad mientras el placer se acumulaba en oleadas en su cuerpo. Leopoldo no se detuvo. Continuo lamiendo, chupando, saboreando cada rincon de su cono, sin dejar de mover sus dedos dentro de ella con un ritmo constante, sincronizado con los movimientos de su lengua.
Pilar empezo a jadear mas alto, casi sin control, sus caderas moviendose involuntariamente, buscando mas contacto. Podia sentir como el placer se acumulaba en su interior, como cada movimiento de la lengua de Leopoldo la llevaba mas cerca del limite. Su respiracion era rapida y entrecortada, y de repente, todo su cuerpo se tenso.
— !Dios, si, Leo! —grito, su voz rompiendose mientras su orgasmo la golpeaba con una fuerza inesperada.
Su cuerpo se arqueo sobre la mesa, su espalda levantandose del frio de la madera, y sus piernas temblaron alrededor de Leopoldo mientras se corria contra su boca. El no se detuvo, continuo lamiendo con mas suavidad, sintiendo como sus paredes se contraian alrededor de sus dedos, como los espasmos de placer recorrian su cuerpo de arriba a abajo. Pilar gemia sin control, su respiracion pesada y agitada, su mano todavia aferrada a su cabello, aunque ahora su agarre era menos firme, mas tembloroso.
Leopoldo la sostuvo con su lengua hasta que el ultimo temblor de su orgasmo se calmo. Su boca todavia estaba caliente y humeda contra su piel, y los jadeos de Pilar fueron disminuyendo lentamente, su cuerpo relajandose en la mesa. Cuando finalmente levanto la cabeza, la miro con una sonrisa satisfecha, sus labios brillando, y los ojos de Pilar lo encontraron, aun vidriosos de placer.
— Vaya... —susurro ella, sin aliento—. No me esperaba eso.
Leopoldo no pudo evitar sonreir, todavia con el sabor de ella en su boca, sus labios todavia brillando del climax reciente de Pilar. Podia ver como ella seguia respirando de forma entrecortada, su pecho subiendo y bajando mientras intentaba recuperar el aliento. Su sonrisa era una mezcla de satisfaccion y deseo insaciable, y sus ojos no se apartaban de el, como si ya supiera lo que vendria a continuacion.
Leopoldo no podia resistirse mas. Con movimientos rapidos y seguros, se desabrocho el cinturon y el boton de los pantalones. Bajo la cremallera y dejo que cayeran al suelo junto con sus calzoncillos, liberando su pene completamente erecto. El aire fresco lo rozo, provocandole un leve escalofrio, pero su atencion estaba completamente centrada en Pilar.
Ella, aun tumbada en la mesa, levanto la cabeza para observarlo, sus ojos oscurecidos por el deseo. Una sonrisa picara se dibujo en sus labios cuando vio el tamano de su ereccion, y se humedecio los labios de forma provocativa, claramente ansiosa por lo que estaba por venir. Sus manos, aun apoyadas en la mesa, se aferraron con mas fuerza al borde de la misma, como preparandose para recibirlo.
— Ven aqui, Leo —susurro, con la voz aun cargada de lujuria—. No me hagas esperar.
Leopoldo no necesito mas invitacion. Se acerco a ella con determinacion, tomando una de sus piernas para levantarla ligeramente, alineando su cuerpo con el de ella. Su corazon latia con fuerza, y cada latido parecia resonar en sus oidos mientras se posicionaba justo entre sus muslos abiertos. Pilar lo miraba fijamente, con una cara de vicio que era pura lujuria.
Con un movimiento decidido, Leopoldo tomo su pene con una mano y lo froto contra la entrada humeda de Pilar, deslizandose sobre su clitoris y provocando un jadeo bajo de sus labios. Podia sentir como su calor lo envolvia, como su cuerpo lo llamaba a adentrarse mas profundamente. Pilar solto un gemido ansioso y arqueo las caderas hacia el, buscando mas contacto, mas friccion.
Leopoldo empujo lentamente al principio, sintiendo como su miembro se deslizaba en su interior. El calor y la humedad de ella lo recibieron con una firmeza deliciosa, haciendo que ambos dejaran escapar un gemido de placer al unisono. Pilar apreto mas sus manos alrededor del borde de la mesa, su cabeza cayendo hacia atras mientras su espalda se arqueaba con la sensacion de ser llenada por el.
— Oh, si... asi... —jadeo Pilar, su voz temblando con cada palabra.
Leo la penetro con mas fuerza, profundizando el movimiento, sintiendo como su cuerpo se acomodaba alrededor del suyo. Cada embestida era una oleada de placer que recorria su cuerpo, y los gemidos de Pilar llenaban la habitacion, aumentando en volumen y frecuencia con cada segundo. Sus caderas se movian al compas de las de el, encontrando un ritmo perfecto, rapido y profundo.
La mesa crujia suavemente bajo el peso de ambos cuerpos, pero ni Pilar ni Leopoldo se preocupaban por eso. Leopoldo podia sentir como la presion aumentaba a medida que aceleraba el ritmo, sus manos aferradas con fuerza a las caderas de Pilar, tirando de ella hacia el con cada embestida. Pilar se apretaba a su alrededor, su cuerpo temblando de placer con cada movimiento.
Los gemidos de Pilar se volvieron mas erraticos, casi desesperados. Sus unas se clavaron en los antebrazos de Leopoldo, dejando marcas rojas, pero el dolor mezclado con el placer solo lo impulso a moverse con mas intensidad, con mas fuerza.
— !Dios, Leo! —grito Pilar, perdiendo el control.
El la tomo por las caderas con mas firmeza, tirando de ella hacia el con cada movimiento, penetrandola profundamente una y otra vez, buscando ese punto de extasis que ambos necesitaban. El sonido de sus cuerpos chocando, el gemido de ella, el calor que se acumulaba en su interior, todo se combinaba en un torbellino de placer.
Pilar empezo a temblar bajo el, su cuerpo reaccionando a cada embestida con una intensidad creciente. Leopoldo noto como sus paredes internas se apretaban aun mas alrededor de su pene, su calor envolviendolo por completo. Su respiracion era rapida y descontrolada, y los gemidos de Pilar se hicieron mas altos y entrecortados, llenando la oficina con una sinfonia de placer puro. El sabia que ella estaba cerca, que estaba a punto de estallar de nuevo, y no iba a detenerse.
Con cada empuje, sentia como su cuerpo respondia, su piel humeda por el sudor, sus musculos tensandose al borde del climax. Pilar arqueo la espalda con fuerza, sus unas clavandose en los antebrazos de Leopoldo, dejandole marcas rojas que ardian con el dolor placentero. Su boca se abrio en un grito ahogado, su cabeza cayendo hacia atras mientras su cuerpo se estremecia.
— !Leo...! !Me corro! —gimio, su voz casi un grito.
Y entonces llego. Un segundo despues, Pilar se dejo llevar por el climax, su cuerpo sacudido por una serie de espasmos intensos. Leopoldo sintio como se apretaba alrededor de el, como su calor palpitante lo envolvia con cada contraccion. Pero no se detuvo. Continuo embistiendola con la misma energia, sus movimientos rapidos y profundos, sintiendo como las olas del orgasmo de Pilar se desbordaban sobre el.
Ella gemia sin control, casi llorando de placer mientras su orgasmo recorria todo su cuerpo. Pero Leopoldo siguio, con su pene aun duro y palpitante, penetrandola una y otra vez, intensificando el placer de ella. Pilar lo miro con ojos vidriosos, su pecho subiendo y bajando, intentando encontrar el aliento, pero una chispa de desafio aparecio en su mirada, como si quisiera mas. Y Leo estaba dispuesto a darselo.
El la levanto un poco mas de la mesa, ajustando el angulo para llegar mas profundo, y volvio a embestirla con fuerza renovada. Pilar solto un grito, mezclado entre sorpresa y puro deleite, y sus piernas se apretaron alrededor de su cintura, instandolo a seguir. La intensidad de sus embestidas no disminuyo; al contrario, cada movimiento era mas profundo, mas decidido.
Pilar, aun temblorosa del primer orgasmo, comenzo a sentir el calor acumulandose de nuevo. Sus caderas se movieron al compas de las suyas, encontrando ese ritmo perfecto que los acercaba a ambos al borde. Leopoldo noto como su propio cuerpo comenzaba a tensarse, como el placer subia desde la base de su columna, una presion creciente que amenazaba con desbordarse.
— Vamos, Leo... !No pares! —jadeo Pilar, su voz quebrandose de nuevo, su cuerpo aferrandose al de el con desesperacion.
Los movimientos de Leopoldo se volvieron mas freneticos, sus caderas chocando contra las de ella, el sonido de sus cuerpos mezclandose con sus gemidos. Podia sentir como Pilar empezaba a temblar de nuevo, como su interior se volvia aun mas apretado, cada contraccion mas fuerte que la anterior. Y entonces, sintio que se acercaba al borde tambien.
Con un ultimo y profundo empuje, Leo sintio como el climax lo arrasaba, su cuerpo estallando en una ola de placer puro que le recorrio cada nervio. En ese preciso momento, Pilar grito de nuevo, su segundo orgasmo atravesandola con una intensidad aun mayor, su cuerpo apretandose alrededor de el en oleadas freneticas, sincronizadas con las de el. Ambos se aferraron el uno al otro, sus cuerpos moviendose al unisono mientras el extasis los envolvia.
Leopoldo sintio como se derramaba dentro de ella, y la sensacion de su liberacion se mezclo con la de Pilar, que se corria por segunda vez, sus gemidos resonando en sus oidos, el placer compartido envolviendolos en una espiral de satisfaccion absoluta. Los temblores de ambos fueron disminuyendo poco a poco, sus cuerpos relajandose mientras intentaban recuperar el aliento.
Cuando finalmente se detuvieron, Leo se inclino sobre ella, respirando con dificultad, sus cuerpos aun entrelazados, ambos cubiertos de una fina capa de sudor. Pilar lo miro con una sonrisa satisfecha y agotada, sus dedos acariciando suavemente su cabello.
— Eso... fue... increible —murmuro, todavia con la respiracion entrecortada.
Leopoldo, todavia respirando con dificultad, no pudo evitar sonreir mientras sus manos recorrian la curva de las caderas de Pilar. Sus dedos acariciaban suavemente su piel, subiendo lentamente por su cintura hasta llegar a su trasero, que aun temblaba con los ultimos resquicios del orgasmo. La sensacion de su piel calida y suave bajo sus manos lo hacia querer mas, aunque sabia que habian llevado sus cuerpos al limite.
Pilar suspiro profundamente al sentir el toque de Leopoldo, su cuerpo aun sensible y receptivo. Sus ojos se cerraron por un momento, disfrutando de las caricias que ahora parecian mas tiernas que urgentes. Pero su sonrisa no se habia desvanecido, seguia ahi, brillante y satisfecha.
Leopoldo dejo que sus dedos se deslizaran con mas confianza, recorriendo las curvas de sus gluteos, apretandolos ligeramente, disfrutando de la firmeza y la suavidad al mismo tiempo. Pilar abrio los ojos y lo miro con una ceja levantada, todavia recostada sobre la mesa, sus piernas ligeramente separadas y su cuerpo aun humedo por el sudor.
— Si asi trabajas todas las tardes, Pilar... —dijo Leopoldo en un tono bajo y grave, sus labios rozando el lobulo de su oreja mientras hablaba—. Yo no tengo problema en quedarme todas las horas extra que hagan falta.
Pilar rio, un sonido bajo y gutural que resono en la pequena oficina. Aun con el cuerpo relajado, disfrutaba de la atencion de Leopoldo, de sus caricias y de ese tono de voz que dejaba claro que no habia acabado de saciarse. Sus ojos, aun oscuros por el deseo, se encontraron con los de el, y un destello de picardia aparecio en ellos.
— Bueno, Leo... —murmuro ella, moviendo las caderas sutilmente contra su mano, provocandolo—. Quizas empiece a necesitarte mas por aqui.
Leopoldo dejo escapar una risa suave, su mano aun acariciando sus curvas, sintiendo como su cuerpo respondia al toque. La idea de pasar mas tardes "trabajando" juntos no sonaba nada mal, especialmente cuando podia sentir esa energia cargada de nuevo entre ellos. Sus dedos se deslizaron por el centro de su espalda, bajando hasta su trasero otra vez, acariciandolo con lentitud, disfrutando del momento.
— Entonces... cuenta conmigo, jefa —respondio el, dandole una pequena palmada en el trasero antes de acariciarlo de nuevo, su tono cargado de promesas.
Pilar solto un gemido bajo y su sonrisa se amplio. Todavia tumbada en la mesa, asintio con un gesto jugueton, sus dedos acariciando el pecho de Leopoldo.
— Eso espero, Leopoldo. Eso espero... —respondio ella, aun sin aliento, pero claramente dispuesta a mas.
Ambos se quedaron asi un momento mas, compartiendo esa complicidad recien descubierta. El aire en la oficina seguia cargado de deseo, y aunque habian cruzado una linea, ninguno parecia querer dar marcha atras.
ATLAS
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