


















Los que hemos sido infelices tenemos la costumbre de no abandonar nunca del todo la amargura, de vivir precavidos por si la sombra vuelve a cernirse sobre nosotros. Pero, a veces, alcanzamos un nivel tan alto de alegria que empezamos a creer que es posible que nos hayamos vuelto inmunes a la desgracia. Es entonces cuando vuelven los problemas.
A mi me criaron asi, con esa sensacion permanente de que en la vida es todo sufrimiento y que las satisfacciones, en el mejor de los casos, estan contadas. Si me lo decia mi madre, evidentemente, me lo tenia que creer, pero la verdad es que, aunque no se lo reconociera, no acababa de compartir esa vision tan pesimista de todo.
Su tristeza constante se debia a que mi padre la dejo al enterarse de que se habia quedado embarazada. Una putada, tambien para mi, que tuve que criarme sin un referente paterno, pero como yo no estaba presente en ese momento, no lograba verlo como algo negativo que me hubiera ocurrido a mi. Supongo que no puedes echar de menos algo que nunca has tenido.
De nino reaccionaba a su pesadumbre como podia, dejandome llevar por su estado de animo, pero conforme fui creciendo me di cuenta de que yo no tenia por que verme arrastrado eternamente. Tenia la esperanza de poder seguir mi propio camino y poder contar con mas suerte que ella. En principio, no parecia algo demasiado dificil.
Mi fe seguia intacta, hasta que quise triunfar justo en el terreno en el que mi madre habia fracasado estrepitosamente. El amor, junto al anhelado sexo que lleva consigo, parecia que se me estaba resistiendo. No le di demasiada importancia al principio, hasta que cumpli los veinte anos y ya eran muchos los fracasos consecutivos.
Fue entonces cuando comence a plantearme que quizas la postura de mi madre era la correcta. Pese a que tenia poco mas de cuarenta anos y todavia estaba de muy buen ver, ella habia optado por olvidarse del amor y ni siquiera se planteaba rehacer su vida. Es mas, habiamos acabado discutiendo las pocas veces que me atrevi a sugerirselo.
- ¿Estas bien, Hermes?
- Si, supongo.
- ¿Solo lo supones?
- Ya sabes, mama... las chicas.
- No te voy a volver a dar mi opinion al respecto.
- ¿De verdad pretendes que ni siquiera lo intente?
- El amor no existe, cuanto antes lo aceptes, mejor.
- Pero no es solo amor lo que busco.
- Ya me lo imagino.
- Lo unico que quiero es ser un chaval normal, con sus citas y tal.
- Dicho asi parece inocente, pero acaba siempre en sufrimiento.
- ¿No me ves capacitado para enamorar a alguien?
- Si, claro, eres un joven estupendo.
- Y tu una mujer increible, pero te has rendido.
- Porque tengo la experiencia que a ti te falta.
- Ambos deberiamos arriesgar.
- No empieces.
- Vale, no crees en el amor, pero tendras mis mismas necesidades.
- Pues claro, pero no dejo que me dominen.
- Solo quiero que me entiendas, aunque sea un poco.
- Vive tu vida, hijo, que yo estare aqui para recomponer tu corazon cuando te lo rompan.
Pese a lo mal que me lo pintaba siempre, todavia no queria rendirme. Era un chaval listo, divertido y, aunque este mal que lo diga yo, tambien me consideraba bastante guapete. Estaba convencido de que mi mala suerte con las chicas se debia a que todo lo que me habia inculcado mi madre me lastraba a la hora de intentar ligar. Tenia que deshacerme de esos lastres.
Aunque quizas no todos mis problemas se debian a su mala influencia. Yo tampoco ponia demasiado de mi parte fijandome siempre en las que estaban fuera de mi alcance. Si pretendia no seguir siendo virgen hasta los restos, lo mas sensato era bajar un poco el liston. Podia conformarme con una que fuera menos guapa y que tuviese ganas de marcha.
Esa decision hizo que comenzara a fijarme en Paola, una companera de trabajo a la que nunca habia prestado demasiada atencion porque habia otras mas llamativas. Se podia decir que era casi guapa, sin llegar a ser una maravilla, y tanto de tetas como de culo iba bien servida, sin llegar a ser en ninguno de los casos una exageracion.
De lo que no sabia nada era de su caracter, ya que los meses que llevabamos trabajando juntos apenas habiamos intercambiado un par de palabras de cortesia. Puede que no la imaginara caminando hacia el altar el dia de nuestra boda, pero si podia verla con bastante facilidad metida en mi cama dandome eso que tanto necesitaba.
- Buenos dias, Paola.
- Hola, Hermes, ¿preparado para otra emocionante jornada laboral?
- Que remedio...
- Eso mismo pienso yo cuando me suena el despertador cada manana.
- Logico, con la birria que nos pagan.
- Al menos tenemos los fines de semana libres.
- En mi caso no es un gran aliciente.
- ¿Por que?
- No suelo salir demasiado.
- Pues eso no puede ser, hay que divertirse.
- Podriamos quedar y me ensenas como lo haces tu para pasartelo bien.
- Cuando quieras, seguro que mis amigas estaran encantadas de conocerte.
- Vaya, pensaba que ibamos a estar tu y yo a solas.
- Un poco lanzado para ser la primera vez que me hablas, ¿no?
- En mi cabeza habia ensayado muchas veces esta conversacion.
- Esta bien, podemos vernos el sabado por la tarde.
Me habia hecho ilusiones de que resultara mas sencillo que con los pibones a los que solia tener la desfachatez de entrar, pero no imaginaba que tanto. Paola parecia una chica bastante abierta, quizas solo queria conocer mejor a un companero de trabajo. Si era lo que pretendia, yo iba a poner todo de mi parte para que me conociera a fondo.
El sabado por la tarde, una vez superados los reproches de mi madre al olerse hacia donde me dirigia, sali hacia la cafeteria en la que habiamos quedado. Quizas no era el mejor sitio para fantasear con acabar en la cama, pero por algo habia que comenzar.
Y justo el inicio fue de lo mas prometedor, porque Paola aparecio con un vestido que podia darme a entender que quizas sus intenciones se asemejaban, aunque fuese un poquito, a las mias. Antes de saber si eso era cierto o no, teniamos que pasar por una nueva conversacion que me llevara al exito o al fracaso de siempre.
- Hoy estas muy guapa, Paola.
- ¿Quieres decir que normalmente no?
- No, bueno... yo tampoco me arreglo demasiado para ir a trabajar.
- Relajate, Hermes, que te veo muy nervioso.
- No estoy acostumbrado a las citas... o lo que sea esto.
- ¿En serio? Pero si eres bastante mono.
- Es que mi situacion familiar es un tanto complicada.
- Vaya, lamento oir eso.
- No te preocupes, aunque mi madre depende de mi, me apano bastante bien.
No me invente nada, pero si es posible que lo exagerara un poco en el momento en que vi que la estrategia de dar pena funcionaba bastante bien con ella. Jugue todas mis bazas en coma en especial la del pobre muchacho que no llego a conocer a su padre. Como consecuencia, esa misma noche, antes de despedirnos, nos besamos con lengua.
Tener que haber actuado un poco para lograrlo no me hacia sentir especialmente orgulloso, pero al fin habia iniciado algo con una chica. Hasta que no termino el fin de semana tuve la duda de si era algo puntual o lo nuestro iba a ir mas alla, pero el lunes, nada mas llegar al trabajo y ver como me recibia, supe que iba a tener recorrido.
Como todo el que por primera vez siente la atencion de una mujer, me enamore de inmediato. En el trabajo le costaba muchisimo no estar todo el dia pegado a ella, y le suplicaba constantemente que nos vieramos al salir. Mi insistencia se fue convirtiendo poco a poco en pasos que ibamos dando, y en besos, hasta que se acabo considerando mi novia.
Paola me parecia tan maravillosa que no tarde nada en presentarsela a mi madre, queria que estuviera tranquila y tambien que se diera cuenta de que no todo era tan catastrofico como ella lo veia. Inesperadamente, entre las dos surgio una buena sintonia que le abrio a mi chica las puertas de casa y a mi otras cosas bastante mas interesantes.
La confianza entre las dos hizo que Paola pasara mucho tiempo en nuestra casa, y mas concretamente, en mi habitacion. Al principio tenia mis reservas respecto a lo de follar estando mi madre presente, pero la necesidad hizo que acabara cediendo ante las constantes provocaciones de mi novia. Al fin y al cabo, ese habia sido el objetivo desde el principio.
Tras un sinfin de besos y tocamientos mutuos, tanto por encima como por debajo de la ropa, el calenton era tan grande que accedi a perder la virginidad en mi cuarto estando mi madre en el salon viendo la tele. Procure no hacer ni un solo ruido cuando Paola, completamente desnuda, se sento a horcajadas sobre mi y se introdujo mi miembro erecto.
Me habia llevado mas tiempo del deseado, pero lo que senti cuando el humedo y ardiente cono de Paola descendia con mi tranca en su interior hizo que mereciera la pena tanta espera. Aunque esa primera vez fue rapida, demasiado, apenas tarde un minuto en rellenar de leche el preservativo, ella me dijo que no me preocupara, que ya llegarian veces mejores.
Aquello supuso una gran relajacion para mi, ya que habia temido en muchas ocasiones que un mal primer polvo la alejara. Lo unico positivo era que Paola no habia llegado a gemir, hasta que le propuse continuar con la boca y de ese modo si llego al orgasmo, dejando escapar algun jadeo de placer. Despues tuve que acompanarla a su casa, pero la cara de mi madre me dejo claro que a la vuelta tendriamos una charla.
- Al final te has salido con la tuya.
- ¿Que quieres decir?
- Nunca ocultaste que lo que buscabas era saciar tus necesidades.
- Ya, pero igualmente a Paola la quiero.
- Pues me alegro por ti, hijo.
- ¿En serio?
- Claro, diria incluso que te tengo un poco de envidia.
- Puedo repetirte lo de que aun no es tarde para ti.
- Me lo dice mucha gente ultimamente.
- ¿Quien mas te lo ha dicho?
- Una companera de trabajo, quiere presentarme a su hermano.
- Dime que al menos te lo estas pensando.
- ¿Te gustaria que salieramos en plan parejitas?
- No, eso no, pero quiero que seas feliz.
- Y que te deje la casa libre de vez en cuando.
- En serio, mama, date a ti misma esa oportunidad.
- Sabes que no creo en el amor.
- Ya has visto lo bien que me va a mi con Paola, parece que existe.
- Esa chica me cae fenomenal, pero no te confies tan pronto, Hermes.
Es imposible desprenderse del todo de esa angustia que te hace sentir que todo puede terminar en cualquier momento, especialmente cuando tienes una madre asi, pero logre dejarme llevar. Con el paso de las semanas mi relacion con Paola se fue consolidando, lo que tambien supuso ir ganando esa destreza en el sexo que ella vaticino.
Viendo que mi felicidad no hacia mas que aumentar, finalmente mi madre se atrevio a darle una oportunidad a Clemente, el hermano de su companera de trabajo. Para sorpresa de todos, empezando por ella misma, volvio muy contenta de su primera cita. Tanto, que aseguro que le daria una segunda oportunidad, algo que habia negado en todo momento.
Con el paso de los meses, nuestra casa paso de convertirse en un lugar bastante triste, a un sitio de alegria constante. Tanto Paola como Clemente se convirtieron en habituales, a menudo se quedaban a dormir. Entre ellas ya habia desde el principio muy buena relacion y eso tambien se reprodujo conmigo y el novio de mi madre.
Resulto realmente sencillo llevarse bien con Clemente, porque era un hombre encantador. Tenia la misma edad que mi madre y, al igual que ella, si conservaba muy bien, hacian una gran pareja. Al margen de esas cuestiones, lo que mas me gustaba de el era lo feliz que la hacia. Y tambien, para que negarlo, lo a menudo que la sacaba a cenar, dejando la casa libre para nosotros.
Como los dos teniamos trabajo, en alguna ocasion Paola habia planteado la opcion de que los fuesemos a vivir juntos, pero yo aun no me veia preparado para separarme de mi madre. El lugar de eso, la convenci para que se instalara definitivamente en nuestra casa, al fin y al cabo se pasaba alli la mayor parte del tiempo.
Mi madre estaba tan feliz con Clemente que ni se le paso por la cabeza la opcion de negarse, todo lo contrario, le hizo ilusion. Ellos cada vez pasaban mas tiempo fuera, porque se quedaban en casa de el o hacian pequenas escapadas de fines de semana, lo que nos dejaba a nosotros mucha libertad para lo que mas nos interesaba: follar.
- ¿Te crees ya que el amor existe?
- Empiezo a ver indicios, no te lo voy a negar.
- Es que no puedes, solo hay que ver lo radiante que estas.
- ¿De que hablas?
- Jolin, mama, siempre has sido guapa, pero ultimamente estas que te sales.
- Puede que me arregle un poco mas, solo eso.
- Clemente es un hombre muy afortunado.
- ¿Es que acaso tu no lo eres?
- Si, por supuesto.
- Paola tambien es guapisima.
- Vamos a dejarlo en que no esta mal.
- Oye, tienes que valorar mas a tu novia.
- De verdad que la valoro, si me tiene loquito.
- Eso esta mejor.
Estaba completamente enamorado de Paola, tanto por su forma de ser como por lo enganchado que me tenia con lo que me hacia en la cama, pero consideraba que no pasaba nada por reconocer que mi madre era una mujer mas atractiva. A veces, cuando se arreglaba para salir con Clemente, me quedaba embobado mirandola.
Incluso Paola se daba cuenta de la excesiva atencion que le dedicaba a mi madre, pero yo me justificaba diciendole lo asombrado que me dejaba lo mucho que habia cambiado en los ultimos meses. Mi novia, que conocia su triste historia y lo mal que lo habia pasado durante muchisimos anos, tambien se alegraba mucho por ella.
Pese a lo bien que iban nuestras relaciones, las pocas veces que mi madre y yo nos quedabamos solos en casa no era felicidad lo unico que flotaba en el ambiente. A veces parecia que los dos estabamos esperando a que en cualquier momento la cosa se torciera y nos dieramos de bruces con la autentica realidad. Ni por asomo nos esperabamos hasta que punto iba a ser gigantesco el bofeton.
Una tarde, volviendo hacia casa despues de haberme tenido que quedar haciendo inventario en el trabajo, vi a mi madre a lo lejos. Fue un fastidio, porque me habia escapado antes para tener un rato a solas con Paola, pero algun inconveniente tenia que tener el vivir a gastos pagados. Al llegar, subimos juntos en el ascensor.
- ¿Hoy era cuando te tocaba hacer el inventario?
- Si, ya me lo he quitado de encima.
- Yo he salido un poco antes, no habia clientas en la peluqueria.
- ¿Has quedado hoy con Clemente?
- Si, pero le dije que viniera mas tarde, por si tu no habias llegado aun.
- Le podria haber abierto Paola.
- No sabia si tambien tenia que quedarse.
- Que va, fijo que esta durmiendo.
A sabiendas de la aficion de mi novia por quedarse dormida cada vez que tenia un trato libre, le pedi a mi madre que no hiciera ruido al entrar y le diesemos un pequeno susto a Paola. No nos esperaba a ninguno de los dos tan pronto, pero no aprovecho la tarde para dormir, sino para acostarse nada menos que con Clemente.
Los pillamos en plena accion, sobre la cama de mi madre. Me quede en shock, no era capaz de reaccionar, como si aquello no estuviera ocurriendo de verdad. Unos cuernos siempre son dolorosos, pero tener que presenciarlo y saber que habia sido justo con el, dejandonos a los dos devastados, era mucho mas de lo que podia soportar.
Mientras seguia inmovil, mi madre echaba a Clemente de casa, gritandole y dandole golpes por todas partes. Paola intento justificarse, pero no la escuchaba, todo lo que sucedia en esa habitacion me parecia muy lejano. Estaba encerrado en el cuarto de bano cuando mi novia recogio sus cosas y se fue para no volver nunca mas.
- Te lo dije, Hermes, no puedes decir que no te adverti.
- Esto no se lo podia imaginar nadie.
- Si entregas tu corazon te lo pisotean, ocurre siempre.
- No quiero perderla.
- Ni se te ocurra volver a dirigirle la palabra.
- Trabajamos juntos.
- Pues dejalo, si no te ves capaz de cruzarte con ella a diario.
- Tengo que trabajar.
- ¿Para que? Si te mantengo yo.
- No quiero que sea asi eternamente.
- Eres mi hijo, siempre te voy a cuidar.
No queria dejar el trabajo, pero enseguida me di cuenta de que iba a ser imposible seguir alli. Paola me suplicaba a todas horas que la perdonara y cada vez tenia mas ganas de hacerlo. Lo unico que lograba que me mantuviese firme era que no solo me habia traicionado a mi, tambien habia destrozado a mi madre, en su caso ya para siempre.
Deje el trabajo y me encerre en casa, con la intencion de pasarme el resto de mis dias compadeciendome a mi mismo. La mayoria de noches no dormia, las pasaba enteras llorando, maldiciendo mi mala suerte y a mi mismo, por no ser capaz de odiar a Paola como se merecia y por no haber escuchado los sabios consejos de mi madre.
Si hubiese tenido su experiencia en cuenta, jamas me hubiera acercado a Paola, y mucho menos la hubiese animado a ella a rehacer su vida, de modo que tambien me sentia culpable por su desgracia. Mi madre se mostraba algo mas entera que yo, pero tambien tenia bajones muy fuertes y me tocaba hacerme el duro para tratar de animarla.
- Piensa que al menos has sido feliz durante unos meses.
- Pero ahora estoy fatal, no me ha salido a cuenta.
- Al menos ahora sabes que tenias razon.
- No ha cambiado nada, ya lo sabia.
- Si estabas tan segura, ¿por que lo intentaste?
- Porque temia que te fueses con Paola y yo me quedara sola para siempre.
- No voy a ir a ninguna parte.
- Eres joven, te repondras y seguiras con tu vida.
- Te prometo que voy a estar siempre a tu lado, mama.
- Eso lo dices ahora.
- Nunca volvere a confiar en una chica.
- ¿Que es lo que mas te duele?
- La traicion.
- ¿Y que mas?
- Que ya no volvere a tener sexo con nadie.
- ¿Eso es importante para ti?
- Claro que lo es.
- Pues si tu vas a estar siempre a mi lado, lo justo es que yo te ayude con esa necesidad.
Antes de que pudiera asimilar lo que acababa de decir, mi madre se tumbo a mi lado y comenzo a acariciarme el pelo mientras me besaba repetidamente en la cara. Deje que me consolara, sin darle demasiada importancia cuando sus besos pasaron a mi cuello. Estabamos muy pegados, bajo la manta, sintiendo el calor que desprendian nuestros cuerpos.
Los dedos que habian estado enredados en mi cabello comenzaron a descender, primero por el brazo. Su calido aliento me tenia tan hipnotizado que no me di cuenta del rumbo que estaba tomando su mano hasta que la senti entre mis piernas. De repente, tome conciencia de lo que realmente estaba sucediendo en esa cama.
De la misma manera que yo le habia prometido cumplir la funcion para la que se suponia que Clemente estaba destinado, ella me iba a dar todo lo que yo habia perdido al quedarme sin Paola. Podia ser una aberracion, pero en un momento de tanta tristeza como ese, no me parecio tan descabellado, quizas era lo mejor para los dos.
Para cuando su mano al fin se deslizo bajo mi pantalon de pijama, ya tenia la verga dura, dispuesta para recibir sus sutiles bombeos. Lo hizo sin dejar de besarme por todas partes y de decirme al oido que ella siempre iba a estar para mi. Rendido a lo que alli ocurria, me coloque boca arriba para que pudiera maniobrar con mas facilidad.
Al principio no dejaba de pensar en Paola y en que era su mano la que me estaba masturbando, pero no tarde en aceptar que era mi madre y eso hizo que me excitara todavia mas. Incluso a su edad, tenia un cuerpo mucho mas bonito y sinuoso, realmente me apetecia poder tocarla yo tambien a ella, aunque no me atrevia.
Cuanto mas cerca estaba del orgasmo, mas necesidad sentia de palpar su entrepierna, de saber si se habia humedecido. Armandome de valor, estire un brazo hasta llegar a rozarle el cono. Desprendia mucho calor, pero no pude averiguar mas, porque mi madre me dio un manotazo para que dejara de tocarla. Por lo visto, ella era la unica que podia hacerlo.
Despues de ese intento, solo pude rendirme y dejar que su habilidosa mano siguiera aferrada a mi polla, sacudiendola de arriba a abajo hasta lograr que me corriera, salpicando su cuerpo con mi semen. No podia haber una sensacion mas confusa que la que senti en ese momento, pero tampoco una mas placentera. Me olvide de la pena, estaba aliviado.
- Gracias, mama.
- A ti, por ser un hijo tan bueno y estar a mi lado.
- ¿Me lo haras siempre que lo necesite?
- Te hare esto y muchas cosas mas.
- ¿Y yo podre tocarte a ti?
- Puede ser...
Continuara...







